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SOCIEDAD
miércoles 14 de febrero de 2018

“No me cabe en la cabeza cómo pudieron salir de joda después de matar”


Lo expresó Antonella Scriva, hija del pizzero asesinado en Barrio Lindo, luego de conocer los detalles de cómo había sido el arresto de los acusados. En medio del dolor, pidió justicia y sentenció: “Son mier@*, escoria de la sociedad. Ojalá se pudran presos”.

Dolor, angustia y un pedido desesperado de que se haga justicia. Antonella, hija de Sebastián Scriva, el pizzero que fue asesinado de un disparo en el pecho en Barrio Lindo, manifestó su indignación por lo sucedido.
“No me cabe en la cabeza cómo pudieron salir de joda después de matar a alguien”, expresó luego de conocerse los informes policiales. En ellos se confirma que los delincuentes, luego de cometer el crimen, se gastaron parte del botín en bebidas alcohólicas.
“Los asesinos de mi papá se fueron de boliche y pagaron un Vip con la plata que nos costó trabajar”, sentenció la joven que había salido del local minutos antes del homicidio.
Sebastián era padre de cuatro hijos, tenía dos nietos y había sido pizzero de toda la vida. Era conocido en el barrio como “El Tano”. Un comerciante muy querido. Ayer los vecinos realizaron un encuentro en la sociedad de fomento del barrio y luego se reunieron en la puerta del comercio para exigir justicia.
“Mi papá hermoso, estoy orgullosa del papá que Dios me regaló. ¡Qué dolor inmenso, pa! Gracias por todos los valores y el carácter que me heredaste, que tanto me identifica en vos. Te amo”, posteó Antonella en las redes sociales.
 

A fuerza de trabajo

Así lo definieron quienes trabajaron con él y lo conocían de toda la vida. “La sospecha es que que lo mataron porque reconoció a uno de los delincuentes. Al parecer es un pibe del barrio”, expresó Martín, un vecino.
“Fue mi primer patrón. Trabajaba todo el tiempo”, recordó. Asimismo, relató que él se había quedado después de hora porque uno de los empleados había faltado. Todos se fueron yendo de a poco hasta que finalmente Sebastián y su mujer Graciela se quedaron hasta las 2am.
Según relató la mujer, cerraron el negocio, ella se subió al coche, un Honda Fit negro con los vidrios polarizados que le habían regalado a su hijo Marcos. Era el primer auto 0KM de la familia.
Mientras Graciela esperaba, escuchó una moto y pensó que era el chico del delivery que siempre saludaba antes de irse, pero no. Le gritaron: “Dame toda la plata” y una vez que la entregó le dispararon.
Fueron auxiliados por un remisero de la zona que lo traslado hasta el hospital Santamarina de Monte Grande, donde murió a raíz de la gravedad de las heridas.
 

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