Tiene 17 años. Arrancó el ciclo lectivo siendo abanderada, debido a su implacable desempeño escolar. El año pasado sacó puntuación perfecta en todas las materias. A pesar de vivir situaciones duras, nunca bajó los brazos. Sueña con estudiar derecho y ser abogada.
Bailar, hacer deporte, viajar, trabajar: todos podemos tener un cable a tierra diferente. En el caso de Agustina Ragni, de 17 años y oriunda de Burzaco, permanecer entre libros la desconecta. “Ir a la escuela es como salir a otro mundo”, afirma.
La joven estudia en la Escuela Media N°2, ubicada en Carlos Pellegrini 497, a unas 13 cuadras de donde vive. Debido a su dedicación, esfuerzo y talento, comenzó su último año de secundaria portando la bandera nacional.
“Fui muy feliz estudiando todos estos años. Me encanta aprender cosas nuevas y hacer algo que me gusta. Siempre fui muy aplicada. Cuando era chica siempre hice la tarea sola, no quería que nadie me ayudara”, manifestó la estudiante en comunicación con www.deBrown.com.ar.
En estos 17 años, pasó por momentos duros pero nunca se dejó vencer. En la antesala de sus logros, Agustina tuvo que sobrepasar numerosas situaciones de las que salió fortalecida. “Mi mamá nos crió a mí y a mis dos hermanos sola porque mi papá nos abandonó cuando yo tenía dos años”, relata la joven.
“Todo esto es gracias a todos los que me ayudan. Principalmente mi mamá, que siempre me dio todo. Y mi colegio, porque es una escuela estatal con gente muy buena”, remarca.
Por eso, sus incansables ganas de aprender y de superarse en la vida la convirtieron en una de las dos alumnas con mejor promedio de Almirante Brown. “Estoy muy contenta porque me considero muy responsable. Apenas llego a mi casa me pongo a estudiar y a hacer la tarea”, expresó.
El aviso lo recibió el director de la institución desde la inspección y fue festejado por todos. Para Agustina, su colegio es su segundo hogar. Debido a los problemas económicos que debe sobrellevar su familia, los docentes, preceptores, alumnos y hasta porteros de ese establecimiento organizaron una colecta para ayudarlas.
“Con los profesores me llevo muy bien, me ayudaron mucho. Una de ellas me pagó la campera de egresados. Siempre están preguntándome lo que me pasa y en qué pueden colaborar”, explicó. Es que la escuela es ese lugar donde recibe contención, su segundo hogar.
Entre todos, juntaron alimentos y dinero, entre otras cosas, y les extendieron una mano solidaria cuando más lo necesitaron. “Todavía existe gente que es humilde y buena. Espero que todos los que me ayudaron reciban el triple”, reflexionó.
Este es su último año de secundaria y, pese a que se le hace impensable bajar su rendimiento, busca transitarlo sin tantas exigencias y acompañada de sus amigos. “Lo voy a disfrutar porque seguramente voy a extrañar la escuela. El año que viene ya empiezo la facultad y es otra etapa nueva”, señaló. Para 2019 prevé iniciar la carrera de derecho y convertirse en abogada.
