Cuatro púgiles de Almirante Brown debutaron en el plano profesional en 2015. Tienen diferentes estilos y técnicas, pero la misma aspiración de consagrarse. En dialogo con De Brown, Jeremías Ponce, Luciano Baldor, Sandro Matías y Jonathan Bedú, expresaron sus expectativas sobre el futuro y destacaron el esfuerzo realizado para poder entrenar y rendir en el máximo nivel.
Durante el año pasado, cuatro púgiles de la escuela de boxeo “Santos Zacarías”, dejaron los cabezales de protección para iniciarse en el campo rentado. Obteniendo buenos resultados, se perfilan como las grandes promesas del distrito en este deporte.
Tras haber dado sus primeros pasos, Jeremías Ponce, Luciano Baldor, Sandro Matías y Jonathan Bedú, enfrentaron los micrófonos de www.deBrown.com.ar para explicar de qué manera se acercaron a esta disciplina y qué tienen pensado para su futuro. Historias de vida entre la pasión, la necesidad económica y las ganas de triunfar.
“El boxeo representa todo para mí. Cuando no estoy entrenando, doy clases para poder hacer algún dinero y poder solventar mis gastos. Con los combates en el profesionalismo cobré mis primeras bolsas, que si bien fueron pequeñas, son un aliciente luego de tantos años en el amateurismo”, aseguró Ponce.
El joven de José Mármol terminó sus estudios secundarios y se metió de lleno en lo que representa su pasión. Consciente de los sacrificios del deporte, se levanta a la seis para comenzar los trabajos diarios y sabe bien lo que significa resignar salidas con amigos para poder ganar horas de descanso.
“Cualquier persona que se sube a un ring sueña con ser campeón del mundo y yo no soy la excepción. Me gustaría poder darles los gustos a mis viejos y poder comprarles una casa. También sueño con una familia propia, pero eso será más adelante, porque tendría que buscar una ocupación y ya no podría destinarle todo el tiempo a los guantes”, agregó.
Oriundo de Rafael Calzada, Jonathan Bedú, reparte sus horas en una fábrica de piletas de acero y en las instalaciones del gimnasio. Hombre de una profunda fe, concurre a la iglesia desde pequeño en compañía de sus padres.
“Estoy muy agradecido por la crianza que recibí. Ahora que estoy más grande, entiendo mejor las cosas y tengo la convicción que todo lo que me está pasando no es por casualidad. Alcancé una estabilidad laboral y puedo dedicarme a lo que soñé desde chiquito. En cada paso que doy me siento acompañado”, afirmó.
Luego de ochos años de noviazgo, decidió irse a vivir con su novia y planean su casamiento antes que termine el 2016. Además, comparte un taller con su hermano en su casa, donde continúa con su especialidad de manera independiente.
“Tengo la convicción que en algún momento dejaré de trabajar y podré vivir de lo que más me gusta. Mientras tanto, encomiendo cada una de mis intenciones para poder llegar a buen puerto y seguir progresando como deportista, y como persona”, sostuvo en diálogo con este medio.
Sandro Ariel Matías realizó 40 peleas de amateur antes de iniciarse como profesional. En los últimos meses de 2015 surgió la posibilidad de dar el salto de categoría y no decepcionó, ya que ganó las dos contiendas en las que se presentó.
“En las instalaciones de Alberto hay algo más que un grupo de chicos pegándole a la bolsa. Personalmente, yo encontré amigos que me contienen y se preocupan por las cosas que me pasan. Comencé de manera recreativa y lentamente me fui entusiasmando hasta que me decidí y saqué la licencia”, señaló.
El chico de Burzaco tiene una pizzería que lo ayuda a aumentar sus ingresos y aspira a poder terminar el colegio secundario, ya que lo considera “una deuda pendiente”. “El año pasado fui alcanzando cada uno de mis objetivos y no me quedan dudas que, con tiempo, podré ir cumpliendo los sueños que fui postergando”, añadió.
Luciano Baldor es el último de las promesas que debutó. Sin un trabajo estable, está terminando sus estudios en el plan FINES y realiza "changas" en el barrio. El apoyo de sus padres es fundamental para poder continuar de lleno en la disciplina.
“Afortunadamente, cuento con el acompañamiento de mi familia que es una de los mayores tesoros de mi vida. Ellos representan el motor y el aliciente cuando estoy con dudas y sin ánimo para entrenar. Es una actividad sacrificada, pero todo lo que cuesta vale y tiene su recompensa”, aseguró.
Baldor sostiene que su fascinación por el box es tal que, cuando se retire, tiene pensado realizar el curso de técnico para poder ayudar a chicos con adicciones. “Las sensaciones que me provoca no las puedo explicar. Es una pasión que no entiende de barreras y de sólo hablar se me pone la piel de gallina”, expresó.
Uno de los responsables principales de la explosión de los púgiles en la zona es el clan Zacarías. Tanto Alberto, como su hijo Patricio, son los encargados de recibirlos, contenerlos y de elegir el momento justo para dar cada paso.
“Es un compromiso muy grande y lindo a la vez, ya que trabajamos con gente de todos los sectores sociales, no hay un lugar más inclusivo. Nosotros prestamos el lugar para todos y si bien vivimos de esto, nadie se priva de continuar su carrera por falta de dinero”, explicó Patricio en declaraciones a Noticias de Brown.
El caso de los jóvenes es particular, ya que se encuentran en una edad difícil y muchas las veces las acciones que tomen determinan su futuro. En ese punto, el entrenador sostiene que tratan de brindarle la mayor ayuda posible, siempre pensando en el ser humano.
“Tenemos chicos que nos ayudan a limpiar, a cambiar los baldes de agua o a realizar otra actividad. Nuestro objetivo es que se sientan contenidos y poder generarle un estímulo para que no se sientan solos”, concluyó.
Por: Diego Sosa.