Por: Pablo Tigani*.
Regresan de las playas los “encantadores de serpientes”, luego del confinamiento auto impuesto (por no dar pie con bola en diez años de pronósticos). Vuelven a proponer las mismas soluciones en base a nuevos países-su deporte favorito-, donde siempre se cuenta una parte de la historia.
La primera época era: “miremos lo que hacen los países serios”, en la segunda fase llegó la fascinación por Rusia (antes del default), luego continuaron con Irlanda, Islandia, España, etcétera.
Hoy explican que Chile, Perú, Colombia y hasta Bolivia representan la fórmula mágica hacia el “grado de inversión”, sus bonos pagan una prima de riesgo muy inferior a la Argentina y apalean abundante entrada de capitales. Bueno es recordar que todo eso sucede en el marco de una dura y diferente realidad social.
Las recetas económicas que llevaron a la exuberancia de reservas latinoamericanas; han procedido de la acumulación de la hacienda de la población. Si se hubiese invertido una parte sustancial en mejorar la educación pública, hacer crecer la construcción y provisión de hospitales; si se otorgaran jubilaciones y pensiones o asignaciones por hijo, probablemente otras serian las cifras.
Es en nuestro país donde mas se destacan los obreros bolivianos, peruanos y paraguayos que trabajan en la industria de la construcción. Dicho sea de paso, el riesgo país de Paraguay es bien bajo. En los hospitales de Argentina se intervienen quirúrgicamente muchos hermanos peruanos, colombianos, bolivianos y uruguayos.
Yo soy testigo, el 70% de mis alumnos del MBA en las dos universidades privadas son extranjeros; de ellos, 75% son hermanos latinoamericanos. Ni hablar de la excelencia de la enseñanza pública argentina; versus los carabineros que se precipitan sobre los estudiantes chilenos en Santiago. Curiosamente, en esos “casos para copiar”, donde siempre se habla de seguridad jurídica; nunca se habla de los efectos históricos y la influencia que ejercen en la “seguridad jurídica comparada”.
En 1989 y 1991 (2 veces en 2 años) la Argentina padeció 2 hiperinflaciones de 5.000 y 3.000%. En 1991 se confiscaron los depósitos bancarios con el “Plan Bonex”. En 2001/2002 se dejó de pagar la deuda externa y hasta Telecom-telefonía privada- defaulteó sus bonos. Una enorme proporción de empresas privadas dejo de pagar al exterior, sumas siderales. El sistema financiero no devolvió los depósitos de los particulares-corralito-corralón-, se devaluó la moneda 300%, se violaron todos los contratos jurídicos, y se generó la más extraordinaria volatilidad normativa de la historia económica reciente, en solo tres meses. Todo esto, en buena medida aun afecta el flujo de capitales hacia la Argentina. Diez años no son nada en la historia económica de un país para un analista de riesgo. Con Cavallo en 2001 el riesgo país era de 1.800 basis points (18%), con Lorenzino es 1.100 bp (11%). Piensan que si hace diez años Argentina no cumplió, podría volver a caer en falta el año siguiente, especialmente asumiendo las opiniones de los “augures vernáculos” -que no acertaron ninguno de los 4 default pronosticados (2008, 2009, 2010, 2011)
El otro caso exitoso que se suele mencionar es Brasil, que logró bajar el riesgo país-aunque en este momento están emigrando fondos de inversión-, pero claro; nadie habla de la “favela Rocinha” en el sur de Río de Janeiro-por mencionar solo un asentamiento de millares de familias-, donde existe una cámara de vigilancia por cada 860 habitantes. Brasil produjo una fuerte devaluación en 1999, pero no incluyó un default; fue una crisis mucho más reducida que la de Argentina, lo que explica que su solución también haya sido mucho más fácil.
La situación de otros países registra disparidades que no permiten realizar extrapolaciones; los estupendos modelos son superficiales, suelen omitir aspectos relevantes, como el costo social.
Argentina en 2005 canceló con el FMI una deuda más importante que la de Brasil, proporcionalmente. Al mismo tiempo la Argentina negoció con miles de tenedores, la reestructuración de un “festival de bonos” constituido por 152 emisiones distintas, con diferentes legislaciones, monedas y tasas de interés, que aun no termina de cerrar (recuerde que el conflicto pendiente con los fondos buitres).
No era y no es justo llamar “rebote técnico y viento de cola internacional”, a una tasa de crecimiento promedio del PBI de 7/8% anual durante una década, con aumento de la recaudación. Se quintuplicaron las reservas luego de pagar 33 mil millones de dólares; se redujo a 1/3 la desocupación y se registro la cuadruplicación del comercio exterior; con diez años consecutivos de superávit comercial.
De ningún modo es cierta la amenaza de un aislamiento mayor que el que hemos padecido desde Octubre de 2000, sin un dólar de financiamiento; más allá de las declaraciones de los ex funcionarios sulfurados, que opinan desde su rol de lobbistas-comisionistas, luego de sus experiencias estatales frustrantes.
Esta construcción lleva solo diez años de gestión, y comenzó durante un periodo que debían haber desempeñado De la Rúa o Duhalde, quienes no pudieron finalizar sus mandatos.
Un insipiente clima de negocios en Argentina está confirmado con cifras proyectadas para 2013; más autos, mas electrodomésticos, mas granos, mas dólares, mas construcción.
Las especulaciones a las que se apela para criticar (hablan de la obcecación del gobierno en no tomar deuda al 12% en dólares), reanudan la idea de comprometer el futuro de los argentinos para bajar unos puntos la inflación. Nadie quiere tener inflación, la cuestión es cual es el precio que se debería pagar para disminuirla con la receta estándar.
Agitan temores sobre la probabilidad de una mayor apreciación del tipo de cambio; pero según Moreno “no es descabellado pensar en un dólar de $6 a fin de año”.
Los atrevidos encantadores no se detienen, ni sucumben ante el cambio de paradigma; y no descansan en la elaboración de falacias desestabilizantes. De ningún modo exponen imaginación, nunca se oyen ideas; pero hay que reconocer la perseverancia y creatividad que han exhibido durante diez años para tantear la interrupción de un proceso de recuperación económica que no tenían previsto.
*Master en Política Económica Internacional
(Nota publicada en Diario Registrado, el jueves 31 de enero de 2013)