Lo expresó el capitán Julio González Insfrán, secretario general del Centro de Patrones y Oficiales Fluviales, de Pesca y de Cabotaje Marítimo de la República Argentina, ante los recientes fallecimientos de trabajadores a bordo por la pandemia. Desde el sector, señalan que "el sistema sanitario en localidades portuarias está al borde del colapso" y que aún no fueron vacunados.
La reciente noticia del fallecimiento del jefe de máquinas de un buque pesquero apenas desembarcó y de dos prácticos, desató el reclamo urgente para que se vacune contra COVID-19 a todo el personal embarcado. Lo cierto es que los sindicatos del sector vienen advirtiendo desde el inicio de esta pandemia sobre la situación de riesgo que representa el trabajo del personal embarcado y, además, su carácter esencial, ya que de ellos depende una actividad tan imprescindible como el comercio exterior del país.
Entidades internacionales de peso como la Organización Marítima Mundial (OMI) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han pronunciado en favor del carácter esencial de los trabajadores del transporte naviero y de que sean priorizados en los programas de vacunación. Más de 40 países así lo han hecho, pero desde el Ministerio de Salud de la Nación vienen desconociendo esta prioridad, a pesar de los reclamos.
“El personal de la marina mercante y de las actividades que hacen que esta pueda operar es esencial porque sin ellas no hay ingreso de divisas por exportaciones y habría desabastecimiento, tanto de productos para el consumo como de insumos para que la industria siga funcionando. Pero este carácter esencial no ha sido reconocido por el Estado argentino", señaló el capitán Julio González Insfrán, secretario general del Centro de Patrones y Oficiales Fluviales, de Pesca y de Cabotaje Marítimo de la República Argentina.
Y agregó: "Ya hemos dicho que esta falta de reconocimiento se debía a que los argentinos por décadas no comprendimos la importancia de actividades como la pesca o la marina mercante, pero hoy los trabajadores se están muriendo arriba de los barcos a causa de esta pandemia. Es momento de abandonar la retórica y exigirle al Estado que el personal embarcado sea declarado esencial y que sea vacunado inmediatamente, apenas haya dosis disponibles en el programa nacional”.
Han continuado operando de manera ininterrumpida desde el inicio de la pandemia, con rigurosos protocolos elaborados por los sindicatos –el del Centro de Patrones, apenas el coronavirus apareció, ha sido un modelo en este sentido– y convalidados por las autoridades sanitarias. Esto no logró impedir que, a pesar de todo, hubiera contagios.
El 8 de mayo arribó a Puerto Deseado (Santa Cruz) el buque pesquero “Xin Shi Ji 89”, tripulado por 23 marinos argentinos y seis chinos; todos dieron positivo en el test de coronavirus. En él agonizó durante días el jefe de máquinas Manuel Quiquinte, de más de 60 años, antes de fallecer entubado en el hospital local, con diagnóstico post mortem de COVID.
Actualmente, hay en la provincia de Santa Cruz dos buques pesqueros varados con al menos 65 casos positivos de coronavirus. Con esto corre peligro de colapsar el sistema sanitario de la provincia patagónica, cuyas principales localidades son portuarias, y donde los trabajadores que bajan infectados de los buques constituyen -como en Puerto Deseado– la amplia mayoría de los casos locales de COVID.
Anteriormente fallecieron dos prácticos, cuyo trabajo es guiar a los buques mercantes entre puertos a través del canal de navegación. Lo paradójico, han señalado algunos trabajadores del sector, es que la oficina de Sanidad de Fronteras realiza una prueba de PCR a cada uno al desembarcar, porque se asume que existe un alto riesgo de contagio a bordo.
