Se trata de una de las localidades brownianas que atesora un enorme legado cultural e histórico. ¿Cómo fueron sus inicios?
Este lunes no sólo se conmemora el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. A nivel local, Glew -una de las ciudades más antiguas del distrito- cumple un nuevo aniversario. ¡Son 155 años de historia!.
Sus orígenes se remontan a 1810. Fue cuando una mujer muy reconocida de la época, llamada Clotilde, heredó de su esposo estas tierras. Antiguamente, se cree que habitaron el lugar pueblos nómades, cazadores y pescadores. Pero ¿Cuándo surge el nombre?
Recién en 1857. Durante ese año, don Juan Glew adquiere las propiedades y edificó el primer almacén de ramos generales. Fue en Avellaneda y Moreno, frente a la estación.
Con el paso de los años, vendió parte de las tierras al Ferrocarril del Sud. Luego, en marzo de 1865, donó unas parcelas para las vías y la terminal. Con la llegada del tren, la ciudad creció y progresó notablemente.
En aquel tiempo, el ex propietario de la estancia se encontraba desaparecido. Entonces, sus descendientes dividieron el campo heredado y se adjudicaron distintas fracciones. Más tarde, los terrenos ubicados al este de la estación fueron bautizados como “Pueblo Nuevo de Glew”.
La zona se volvió más comercial y aumentó en población. Luego, en 1905, Sarmiento firmó el edicto para la fundación de la Escuela Nº 4 en Ministro Rivadavia, pero -más adelante- se trasladaría a este flamante lugar.
Por ese entonces, llegó una ola de inmigrantes provenientes de la primera guerra mundial. Se asentaron en los fondos del flamante pueblo. Nació así una inmensa colonia alemana. En 1960, llegaron japoneses, quienes también se emplazaron en la misma franja. Fue recién en 1975 que el antiguo poblado ascendió al rango de ciudad.
La capilla Santa Ana atesora una de las obras más reconocidas de la pintura nacional. Se trata de los frescos que Raúl Soldi pintó en sus paredes. Estos invitan a acercarse a ese universo de criaturas inocentes y climas simpáticos, rasgos característicos de su obra.
También nació la Fundación, que lleva el nombre del artista y fue creada por su iniciativa. En el lugar, se exhiben 60 obras, entre óleos, dibujos y grabados, que abarcan distintas etapas pictóricas desde 1927 hasta 1978.
Pero esto no es todo. Soldi donó el edificio donde se ubicaría otro de los sitios emblemas de Glew: la Biblioteca Popular Pablo Rojas Paz. Su nombre fue un homenaje al escritor tucumano, quien fue un gran amigo del pintor. Fue inaugurada el 22 de marzo de 1969. Funciona en la sede de Aristóbulo del Valle y Mansilla.
Podemos sumar a este recorrido, el histórico Museo Manigrasso. Se trata del centro de exposición de cerámica toscana del gran artista italiano y browniano por adopción, Cosimo Manigrasso. Allí, entre innumerables obras, se puede apreciar todo su legado y virtuosismo.
La casona antigua donde se asienta es una de las primeras edificaciones de Glew. Aún se pueden apreciar sus paredes de ladrillo y barro y sus hermosos ventanales. En el lugar, funcionó por primera vez la escuela Nº 4. Luego, fue el hogar elegido por el artista para vivir.
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— Noticias De Brown (@debrownweb) May 10, 2019