A más de tres décadas del inicio del conflicto entre Argentina y Gran Bretaña, la memoria sirve para reivindicar a aquellas esposas, novias y madres que con dedicación y cariño curaron las cicatrices físicas y psicológicas de los hombres que defendieron el honor nacional en las Islas.
Simplemente compañeras. Ellas ocuparon un rol importante durante el conflicto y en la posguerra. Malvinas dejó una huella imborrable en muchas familias, que a fuerza de empeño salieron adelante.
Durante más de 33 años contuvieron a esos muchachos que no podían compartir sus experiencias por estar inmersos en un dolor que los marcó a fuego y sangre, y que eran vapuleados por una sociedad que hoy los idolatra. Actualmente, estas mujeres levantan la voz y dicen presente. A través de actividades culturales, solidarias y educativas buscan homenajear la memoria de los caídos.
“Hace 31 años que estamos casados con Gabriel del Río. Estuvo en el regimiento N° 7. Mi familia siempre estuvo pendiente de lo que pasaba, comprábamos revistas, mirábamos la televisión y nos entristecíamos. Cuando conocimos a quien sería mi esposo mi mamá lo abrazó y le agradeció por defender el honor argentino”, sostuvo a www.deBrown.com.ar Nancy Aguirre, vecina browniana.
A sus 20 años se casó con Gabriel, de 19, quien estaba envuelto en miedos, pero que quería superarse. Al año y medio quedó embarazada. Hoy lo acompaña y defiende en esta causa.
Laura Leguizamón, conoció a quién sería su marido, Luis Carabajal, diez años después del conflicto. “Era un hombre cuasi solitario que no hablaba de Malvinas, los días previos al 2 de abril se encerraba y pasaba horas mirando informes, no participaba de ningún acto, ni mantenía contacto con ningún ex combatiente. Mi hija Florencia, que lo adoptó como padre, lo incentivó a que hable”, relató.
Esta actitud de la joven rompió su ostracismo. Tuvo una segunda oportunidad y comprendió que tenía que honrar la vida sin olvidar por lo que pasó. “Fueron años duros, cuando volvieron les costaba conseguir trabajo. Les pusieron el mote de los 'loquitos de la guerra', les decían que podrían ser un peligro para sus compañeros. Luis es un hombre pacífico, y eso no les importó. Tuvo que hacer changas para sobrevivir”, destacó Laura ante la consulta de este medio.
Malvinas es para ellas un manotazo de ahogado de un gobierno de facto que ya estaba en baja y vio en el conflicto la salvación para perpetuarse en el poder. Cientos de jóvenes de cada rincón del país fueron enviados al archipiélago y debieron enfrentar temperaturas bajo cero, sin ropa, comida ni entrenamiento.
“Fue una loca aventura, pero nos enseñó que son nuestras y desde el '82 soñamos con ver flamear nuestra insignia patria, rindiéndole honor a nuestros héroes de Darwin y del frío mar”, puntualizaron.
Mirian Cao es hermana de un veterano y tuvo el honor de representar a nuestro país en una competencia que se desarrolló en el 2013 en suelo malvinense. Se alzó con el quinto puesto en una maratón que fue bautizada como “Carrera del alma”.
“Decidí participar para ir a buscar la alegría que Marcelo dejó allá. Tuve sensaciones encontradas, sentí orgullo pero mucho dolor. Al correr allá se desgarró mi alma. Hoy siendo mamá de dos hijos comprendí lo que sufrió mi madre al no saber si él volvería”, reveló a De Brown.
Marcelo estuvo en Puerto Argentino con escasos 18 años, desde abril hasta que terminó la guerra. Perteneció al Regimiento N° 1 Patricios de la Compañía C 25 de Mayo. Mirian se acercó al deporte luego de enfrentar un cáncer de útero y de haber sufrido violencia de género.
Estar en el territorio bajo dominio inglés le permitió tomar conciencia de la necesidad de luchar por la soberanía, pero desde la paz. “Debemos tener convicciones de quiénes somos y a donde queremos llegar. De querer realmente la vida e ir al diálogo siempre. Defendiendo nuestra identidad como argentinos”, sostuvo.
Ellas se organizan
Las “Mujeres por Malvinas”, que tienen representantes en varios puntos del país, en los últimos años en el distrito se pusieron al hombro una serie de acciones. Entre ellas se destacan, los eventos por el día del niño, las recorridas por colegios para repartir golosinas, entrega de remeras y banderas alusivas, donaciones para inundados y campañas de vacunación.
“Nos estamos uniendo porque la guerra nos abarcó a todas, tenemos la responsabilidad de sembrar la semilla de Malvinas a las nuevas generaciones”, explicó Leguizamón al tiempo que hizo un reconocimiento especial a las “invisibilizadas”, las enfermeras, instrumentadoras, veteranas que cuidaron, sanaron y acompañaron.
Justamente, hace pocos días se realizó en Córdoba, un encuentro organizado por la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de “Mujeres de Paz en el Mundo”, donde se debatió su rol durante el conflicto bélico y se acentuó su valentía y patriotismo.
Ante este nuevo aniversario, Aguirre invitó a las familias a hacer flamear la bandera argentina este 2 de abril. “Tenemos una nueva oportunidad para recordar al soldado que dejó su vida para defendernos”, planteó mientras que Leguizamón subrayó que Malvinas se siente los 365 días del año. “Los pueden homenajear siendo más solidarios, unidos y menos colonizados”, concluyó.
Para que la lucha no sea en vano veteranos confían en que las nuevas generaciones les devuelvan el reconocimiento que les fue vedado durante tanto tiempo.