Se trata de Pablo Quinteiro, de 24 años. A pocas materias de terminar la carrera de Diseño Gráfico, decidió darle un giro inesperado a su vida. Conocé su historia.
Al terminar la secundaria, muchos chicos comienzan a seguir carreras que en un principio les gustan, pero con el tiempo no los apasionan. Este es el caso del browniano Pablo Quinteiro. Sin embargo, su vocación fue más fuerte y hoy los cuadros que pinta son un éxito.
El artista tiene 24 y vive en Adrogué. Hijo de una docente y un ingeniero, su abuela fue la encargada de inculcarle el amor por la pintura e incentivarlo en este camino. Fue así como desde pequeño empezó a dibujar, nutriéndose de la enseñanza de los profesores a los que asistió.
Pasaron los años y se fue perfeccionando. Pero, como a todo adolescente, a los 17 le llegó la temida reflexión: ¿Qué voy hacer con mi vida? Finalmente, llegó a la conclusión de que lo que más se complementaba con sus intereses era el Diseño Gráfico y comenzó la carrera.
“Faltándome dos materias, comencé a ir con otro profesor de pintura y me empezó a florecer esa pasión por la pintura que no tenía antes. Ahí me pregunté si realmente me quería dedicar a lo que estaba estudiando”, contó Quinteiro, en diálogo con www.deBrown.com.ar.
En medio de esa crisis, el destino quiso que llegara a sus manos el libro que le hizo hacer un clic. “Yo hace tres años me pregunté qué era el arte para mí. Para mí es la justificación de mi existencia. Yo intento respirar arte las 24 horas del día. Cuando estoy triste pinto, cuando estoy alegre pinto”, expresó.
Si bien el browniano terminó la carrera de Diseño, decidió dedicarse de lleno a su pasión. Sus principales obras se enfocan en la rama del hiperrealismo y están todas hechas al óleo. Para poder crearlas, Quinteiro copia imágenes que él mismo captura y que hasta compone.
En una de sus obras, se puede observar como a una joven con su rostro cubierto de un líquido amarillo. Para construir esa escena, el artista usó a sus amigos de modelos y creó así un gracioso momento.
“El novio de esta chica le tiraba la miel, mi madre tenía dos lámparas iluminando las zonas que yo quería así le daba un buen volumen y mientras yo estaba sacando las fotos”, reveló.
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El nivel de detalles que presentan sus pinturas lo llevó a exponer en varias oportunidades en el Centro Municipal de la Cultura. La primera vez fue tristemente al otro día de perder a su abuela. Sin embargo, Quinteiro le encontró un significado más profundo.
"Ella murió de cáncer y estaba postrada en una cama y no se podía mover. Me acuerdo mi madre me dijo: 'La única manera de que ella pudiera estar en la exposición es que fallezca antes y se dio todo muy justo'", contó a este medio.
En sus últimas obras comenzó a experimentar con nuevos estilo. No obstante, continúa manteniendo su esencia y el nivel que lo caracteriza. Sin duda, le augura una prometedora carrera a este joven pintor que definitivamente “respira arte”.
