Se conocieron en un centro de diálisis de Burzaco, se casaron y hoy promocionan la donación de órganos. Con motivo de celebrarse el Día Mundial del Riñón, compartieron su experiencia de vida.
Roberto Isa (59) y Lucía Gómez (49) se conocieron en 2004, ambos a la espera de un trasplante. Se vieron por primera vez en un centro de diálisis de Burzaco y fue un flechazo. Se enamoraron y, en menos de un año, estaban casados.
“¿Lo invitamos al nuevo?”, le preguntó ella a Viviana Díaz, su confidente en el centro de salud. El nuevo era Roberto. Vivi, que andaba en silla de ruedas, se acercó al sillón en el que Roberto miraba la hora conectado a la máquina que limpiaba su sangre. Sin tiempo de pensar, dijo que sí, que cuenten con él para el festejo de fin de año.
“Ese día, en la pizzería, no pasó nada porque él fue con la hermana”, cuenta ahora Lucía. Pero unos días más tarde los sentaron cerca en la sala de diálisis y ella, ni lerda ni perezosa, se ofreció a acompañarlo a hacer el certificado de discapacidad. Él sintió amor al instante.
Hicieron juntos varios trámites y entonces Roberto decidió tomar la delantera y la invitó a comer. “Estaba tan nervioso que cuando me trajeron la milanesa a la napolitana con fritas hice un mal movimiento y se me cayó encima, un papelón”, contó entre risas.
El 17 de septiembre de 2005 se casaron con una gran fiesta en el Centro de Fomento de Rafael Calzada. De los 100 invitados, 80 eran amigos y conocidos de diálisis. Aquellos que los habían acompañado en los peores momentos.
Es que ambos, como la mayoría de los pacientes con insuficiencia renal, pasan 4 horas diarias tres veces por semana conectados a una máquina. “Son muchas horas, terminás formando una especie de familia”, aseguran.
El día más esperado. Al principio pensó que era un chiste. El médico le dijo: “Tenemos un riñón para vos”. Tras diez años de diálisis había aparecido y era perfecto para ella. Fue una mezcla de sentimientos.
“Estaba feliz pero yo quería que él se trasplantara primero, porque era el que peor toleraba la diálisis”, señaló. Sin embargo, ese era su momento y debía aceptar ese regalo que parecía bajado del cielo.
Roberto la acompañó hasta la puerta del quirófano en el hospital provincial San Martín de La Plata. Tuvo miedo, pero no se lo dijo. La besó y se fue con su angustia hecha un nudo en el estómago. Tenía que seguir su tratamiento y esperar que su turno llegara pronto.
“Cuando me desperté de la anestesia le pregunté la hora a la enfermera. Eran las siete. Lo primero que pensé fue que Roberto ya estaría en diálisis”, recordó. Seis meses más tarde llegó el riñón para él y atrás quedaron las largas jornadas conectados a la máquina.
Compromiso impostergable. Roberto y Lucía no faltan a ninguna reunión de la asociación de amigos del hogar de tránsito del Cucaiba. Allí cuentan su historia y participan de charlas con especialistas para que los nuevos pacientes se sientan contenidos y sigan adelante.
Su experiencia ayuda a miles de personas que están a la espera, que sufren y sueñan con que llegue el día que les digan: “Es tu momento, llegó tu donante”. Por este motivo, ellos difunden la importancia de donar órganos para salvar vidas.
“Alguien que no conocimos nos dio la oportunidad de seguir viviendo y nosotros no podemos dejar de agradecérselo ¿Cómo? Ayudando a otros, dándoles consejos y estimulándolos para que sigan adelante, porque hay vida de la buena después de un trasplante”, concluyó Roberto.
Datos
Hoy se celebra el Día Mundial del Riñón. El trasplante renal es el más requerido en todo el país por la gran cantidad de diagnósticos de insuficiencia renal crónica.
Más de 11.000 pacientes se encuentran en diálisis y, de ese total, 2.300 están en lista de espera para recibir un trasplante. Durante el año pasado el Cucaiba, el Centro de Ablación e Implante del ministerio de Salud de la Provincia, realizó 414 trasplantes de riñón.
Según detallaron especialistas del Ministerio de Salud de la Provincia, se estima que unos dos millones de argentinos padecen algún grado de enfermedad renal, pero no lo saben. “Ocurre que esta afección puede dañar los riñones gravemente sin dar síntomas hasta etapas avanzadas, cuando ya se requiere diálisis y eventualmente un trasplante de riñón”, explicó el presidente del Cucaiba, Adrián Tarditti.
Agregó también que dos enfermedades muy comunes, como la hipertensión y la diabetes están emparentadas a la enfermedad renal. “La presión arterial elevada, muchas veces subestimada por la población, puede ser el primer indicio de enfermedad renal debido a que se produce la acumulación de agua y sal y se altera la producción de una hormona, llamada renina, que regula la presión arterial”, agregó Tarditti.
Por otra parte, explicó que el exceso de glucemia en sangre, propio de la diabetes, altera la estructura de las arterias, incluso aquellas que irrigan los riñones. El aliciente es que resulta posible evitar llegar a la fase terminal de la enfermedad renal crónica con controles tempranos y tratamiento oportuno.
Hábitos saludables para cuidar los riñones: