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AÑO 12 - EDICIÓN Nº 2337
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jueves 13 de diciembre de 2012

Una lucha que no termina


Por: Ivanna Rezano*. Las pruebas son las mujeres secuestradas Todavía estamos conmocionados por el fallo del Tribunal Oral tucumano que absolvió a los trece imputados por el secuestro, desaparición y explotación para fines sexuales de Marita Verón, cuyo juicio tardó 10 años y se desarrolló en 10 meses.

 

Ya advirtió, como era de esperar, su madre, Susana Trimarco, que su lucha no termina y que va a pedir el juicio político para los tres jueces que firmaron las absoluciones por unanimidad. También acusó que se trató de un acto de corrupción, que uno de los acusados, el “Chenga” Gómez, “sacó los dólares de abajo del colchón” para sobornar a los jueces.

Hace varios años se viene discutiendo la permeabilidad de la Justicia frente a los poderes: el poder político, el económico, el poder de las corporaciones. Este fallo deja a vista de todos que eso es cierto. En la cara de millones de argentinos y argentinas los jueces dijeron “acá no ha pasado nada”.

Ahora falta ver qué se hizo y qué se hará para frenar esta permeabilidad. Numerosas fueron las propuestas que nada prosperaron, como los juicios por jurados, revocabilidad de los cargos de jueces, en definitiva: la democratización de este poder judicial. Poco se ha hecho. La trata de mujeres ocupa el tercer negocio ilegal en el mundo, después del tráfico de drogas y de armas, pero ¡ojo! NO naturalicemos, estamos hablando de personas.

Del tráfico de personas que se registra en el mundo, el 90% aproximadamente es de mujeres y niñas y con el objeto de explotarlas sexualmente. Nuestro país no está afuera de estos datos, el año pasado se rescataron más de mil doscientas mujeres de las redes de trata y se calcula que más de 500 están secuestradas por estos entramados de delito y corrupción.

De algo están seguros todos los sectores vinculados a la problemática: sin connivencia de los poderes no es posible sostener estas redes.

Vimos en vivo y en directo hasta donde son capaces de llegar con la debilidad de jueces que obviamente se deben meter seguido a las “whiskerías” donde las mujeres son explotadas. También hay que destacar el atravesamiento de la posición patriarcal en el fallo: las mujeres tenemos que probar que somos víctimas de varias violencias, algunas extremas. Con pruebas de todo tipo y color. Testimonios de mujeres secuestradas, esclavizadas, torturadas, drogadas, para los “Señores” jueces no alcanzaron.

Los desafíos: ponerse cerca de la altura de Susana Trimarco para empezar. Seguir sus pasos, porque llegó hasta acá haciendo de policía, de fiscal, de investigadora, de prostituta. El juicio político a los jueces es el siguiente paso legal, ahí se podrá ver quiénes se indignan solamente para las cámaras y quiénes están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias.

*Periodista - Docente universitaria en equidad de género.

 

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