Si bien no contempla el autocultivo, habilita la importación e incentiva la producción pública del aceite para uso terapéutico. La medida beneficiará a miles de familias.
Con la aprobación unánime del proyecto de Ley, Argentina se convirtió en el cuarto país latinoamericano en habilitar la utilización del cannabis para fines medicinales, terapéuticos y paliativos.
Se trata de un aceite derivado de la planta de marihuana con alto contenido de Cannabidiol (CBD), que tiene propiedades antiinflamatorias, y un bajo porcentaje de THC, que causa adicción.
El texto habilita la elaboración estatal del producto, que se impulsará a través de los laboratorios de Producción Pública de Medicamentos nucleados en ANLAP. Por el momento, la droga será importada desde los Estados Unidos con el apoyo de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), hasta lograr su fabricación en el país.
En este sentido, autoriza a la Comisión Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet); y al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) a cultivar para realizar investigaciones científicas.
A raíz de este avance en materia legislativa, será el Estado quien provea el tratamiento a las familias, ya que el autocultivo –que representaba la principal demanda- continuará en la ilegalidad. Quienes requieran recibirlo de manera gratuita, deberán inscribirse en un registro nacional confidencial.
La propuesta obtuvo el voto afirmativo de los 58 integrantes del Senado. Su regulación será en un plazo no mayor a los 60 días, a partir de su publicación en el Boletín Oficial.
Beneficios
El aceite de cannabis puede consumirse en gotas o ingerirse diluido en líquidos o mezclado en masas. Entre sus efectos comprobados, generalmente se destina al tratamiento de dolencias provocadas por quimioterapia o para controlar convulsiones en casos de epilepsia refractaria.
Sin embargo, hay quienes lo recomiendan para combatir cuadros de esclerosis múltiple, artritis, glaucoma, dolor crónico, la enfermedad de Alzheimer, mal de Parkinson, depresión, autismo; o bien para generar apetito en personas con VIH, entre otros.
