Así lo reveló un informe realizado por la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. Esta afección es la causal de 15.000 hospitalizaciones por año en nosocomios públicos de todo el país. Los profesionales advierten que si esta enfermedad no es tratada, puede causar hasta la muerte.
El asma es una enfermedad crónica. Profesionales advierten que es fundamental someterse a un tratamiento adecuado para poder tener una buena calidad de vida. Según un informe, el 9% de los adultos jóvenes tiene o han tenido alguna vez un ataque de este tipo.
Los datos fueron difundidos por la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. En conjunto con otras instituciones, se estudió a personas de entre 20 y 44 años. Se descubrió que cerca de 100.000 habitantes padecen esta afección.
El informe reveló que el 6% de este grupo etario tuvo un ataque en los últimos 12 meses o toma medicación actualmente debido a esta patología. Asimismo, 9 de cada 100 han sufrido asma alguna vez, confirmado por un médico.
Por otro lado, el 55% de las personas que tuvieron una crisis indicaron que solicitaron atención en un servicio de urgencia. El 23% debió ser internado. En total, esta enfermedad ocasiona más de 15.000 hospitalizaciones por año en nosocomios públicos de todo el país.
Sin embargo, el dato más alarmarte es que menos de la mitad de la población (46,8%), que dice tomar medicación para el asma, la aplica sólo cuando tiene los síntomas. Los ataques se dan con mayor frecuencia en invierno (55%) y en primavera (48,8%).
El asma es una enfermedad inflamatoria de las vías respiratorias. Puede ser causada por múltiples factores, tanto genéticos como ambientales. Algunos de los síntomas son dificultad para respirar, dolor de pecho, tos o sibilancia. En algunos casos, estos pueden agravarse.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, actualmente, existen 235 millones de personas con esta afección. El 80% de las muertes por esta causa se registran en los países de bajos o medianos ingresos.
Esta enfermedad no puede curarse. No obstante, se puede controlar con un diagnóstico y tratamiento adecuado, devolviéndole al paciente una buena calidad de vida. El no tratarla puede reducir la participación en la vida familiar y comunitaria del afectado, generar un descenso en su nivel de productividad y hasta provocar su fallecimiento.