El programa nacional para que las personas de más de 18 años terminen sus estudios, es una opción para quienes no pudieron empezarlos o concluirlos. Sin embargo, responsables de entidades donde se dictan las clases y profesores critican el modo en que se lleva a cabo. Denuncian demoras en el pago de salarios y condiciones edilicias inadecuadas para estudiar. Cuestionan “que no es requisito ser docente” para enseñar y que los años trabajados no se consideran como antigüedad para el resto del sistema educativo.
El Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios, comúnmente denominado “Plan Fines”, surgió en 2008 como una propuesta para que los adultos mayores de 18 años, que adeudaban materias, pudieran rendirlas y finalizar sus estudios. Pero más tarde, se puso en práctica una nueva modalidad destinada a quienes no iniciaron o no terminaron la primaria o la secundaria. Si bien, en principio, tuvo buena aceptación y fue considerado como una herramienta educativa, en los últimos tiempos la propuesta comenzó a manifestar algunas grietas, en especial, en materia administrativa y de control.
“La idea original es buena, pero la implementación es paupérrima. Está muy bien que la gente acceda a la educación, pero hay errores de implementación y en el diseño de los proyectos”, señalaron a www.deBrown.com.ar desde una de las sedes que funciona en Burzaco y agregaron que la base del mal funcionamiento “está en Quintana al 950”, donde están los encargados de administrar el Plan a nivel distrital.
Por estos días, la versión del programa, que se dicta a lo largo y ancho del país, es la orientada a quienes no iniciaron o no terminaron la primaria o la secundaria y -según describen en el sitio Web oficial- es “una iniciativa del Gobierno nacional desarrollada a través de los Ministerios de Desarrollo Social y Educación de la Nación para la finalización de los estudios secundarios de todos aquellos que, por distintos motivos, no pudieron hacerlo dentro de los tiempos formales de educación”.
Quejas y reclamos
Puntualmente, las quejas surgen por “las demoras en la designación de los profesores” y con los retrasos que existen al momento de entregar las planillas para registrar las calificaciones de los alumnos. Es que, pese a que el nombramiento de los educadores se hace a través de actos públicos, también aparecieron reclamos en ese punto, ya que para dar clases no necesariamente es requisito ser docente o estar en camino a serlo, sino que también pueden postularse los estudiantes universitarios que estén promediando una carrera.
“Pueden presentar proyectos quienes tienen diez materias en la Universidad. Pueden tener el conocimiento, pero eso no implica que sea satisfactorio el desempeño porque además de conocer los contenidos hay que saber enseñarlos”, explicó un docente local.
A pesar de que en la fundamentación de este programa aseguran que “el Estado asume la responsabilidad indelegable de proveer, garantizar y supervisar una educación integral, inclusiva, permanente y de calidad para todos y todas”, algunas de esas cuestiones parecen no tener su correlato en la realidad, debido a que los lugares donde se cursa, muchas veces, no reúnen las condiciones apropiadas, ya que no fueron construidos para ese fin. Por lo general, las sedes son locales partidarios, iglesias, comedores y casas particulares.
Profesores insatisfechos
Son constantes las quejas por la demora en cobrar un salario que llega de parte del Gobierno bonaerense y, generalmente, luego de finalizado el curso. También cuestionan que los cargos se toman por cuatrimestre, no se realiza un pago extra por zona rural o desfavorable, ni se pueden solicitar licencias. A estos inconvenientes se suma que los años trabajados no se consideran como antigüedad para el resto del sistema educativo.
Más allá de este escenario, del cual sus protagonistas sostienen que habría que ajustar varias líneas para que se implemente de manera correcta, quienes están en el programa destacan la buena predisposición de los alumnos, principalmente cuando se trata de adultos mayores. Según afirman, “en general, la gente cursa con mucho entusiasmo, ya que la mayoría va para mejorar su condición y establecer contacto con otras personas. No van obligados, entonces se esfuerzan mucho más”.
Sin embargo, la organización en cuanto a los planes de estudio que se dictan y la capacidad que cada docente tenga para impartir el conocimiento parecen quedar librados al azar. "Es como si un hermano mayor le diera clases al menor. Puede ser que lo ayude y lo saque adelante, pero también puede ser que no pueda ser didáctico para aplicar los contenidos y genere más confusión. Es necesario un control más estricto para que la gente, que viene con ganas de superarse, pueda irse con una herramienta para la vida y no más confundida por los problemas que hay de base en el plan", concluyó la directora de un establecimiento educativo local.