El acto oficial se desarrollará, desde las 10:30, en la Plaza San Martín, de Obligado y Ascasubi. Será presidido por el intendente Mariano Cascallares. Se presentarán artistas locales, habrá un desfile gauchesco y actividades recreativas para toda la familia.
Con motivo de celebrar un nuevo aniversario de Glew, una de las localidades más antiguas del distrito, el Municipio de Almirante Brown convoca a los vecinos a participar de un encuentro cultural.
La invitación es para este lunes, a partir de las 10:30, en el espacio verde situado entre las calles Obligado, Ascasubi, Andrade y Carriego. Habrá un desfile cívico-tradicionalista, en el que dirán presente delegaciones escolares, de entidades de bien público, centros de jubilados y bomberos.
Según está previsto, el intendente Mariano Cascallares presentará a los ciudadanos las nuevas maquinarias adquiridas por la Comuna para el desarrollo de trabajos en la vía pública. Además, entregará banderas de ceremonia a instituciones.
Por otro lado, el centro cultural “El Fortín” llevará adelante, a partir del mediodía, la “Fiesta de los fortines”. La actividad, que es abierta a la comunidad, se realizará en el barrio “El Telepostal”, emplazado en el predio de Uspallata y la barrera de las vías del ferrocarril Roca.
Un poco de historia
Los primeros datos sobre los orígenes de Glew surgen en 1810 cuando una dama muy reconocida, doña Clotilde heredó de su esposo las tierras de esta zona. Anteriormente, se presume que habitaron pueblos nómades, cazadores y pescadores, de los que han quedado pocos rastros.
Tras el deceso de Manuela Leyes hay una serie de sucesiones, ventas delimitaciones e inventarios hasta 1857, cuando adquiere las tierras don Juan Glew. El lugar comenzó a conocerse como “Estancia de Juan Glew”.
El Camino Real, que en sus inicios pasaba por Rivadavia, se convirtió en la Ruta 210. Juan Glew edificó en Avellaneda y Moreno, frente a la estación, el primer almacén de ramos generales y vendió parte de las tierras al Ferrocarril del Sud. En marzo de 1865, donó un terreno de su propiedad para las vías y la estación.
Desaparecido don Juan Glew, la vieja estancia fue alcanzada por el progreso con la llegada del tren. Sus descendientes dividieron el campo heredado y se adjudicaron distintas fracciones.
Una parte dio origen a la primera formación del “Pueblo Viejo” comprendido entre las vías del ferrocarril y el camino a la Capital Federal. Esta parte apareció con el nombre de “Pueblo de Cambaceres” después del fallecimiento del legislador Antonio Cambaceres.
Con los años, la estancia de J. Glew se transformó en un conjunto de chacras y tambos, gracias al trabajo de hombres afincados en el lugar, como don Jacinto Calvo. Entre aquellos primeros pobladores del pueblo estaban Amadeo Poggio; Pedro Díaz; Daniel Acebal; Elsa Ibarra; Oscar Taño; Tomas Casado; Domingo Tagliaferro; Aurelio Amoedo, a quien se debe el primer pavimento del pueblo.
Tiempo después, los terrenos ubicados al este de las vías del tren, se llamaron “Pueblo Nuevo de Glew”. El mismo cambió, se volvió más comercial y aumentó su población. Por ello se planteó la necesidad de crear escuelas. Sarmiento firmó el edicto para la fundación de la Escuela Nº 4 en Ministro Rivadavia, y en 1905, se trasladó a Glew.
De esta forma, se construyeron las primeras casonas, entre ellas la que pertenece a la familia Calvo, iniciadores de la construcción de un templo, que data de 1890. Para 1905 el pueblo ya tuvo una Capilla.
Inmigrantes provenientes de la primera guerra mundial se asentaron en los fondos del pueblo nuevo. Nació así una inmensa colonia alemana. En 1960 llegó otra corriente migratoria: japoneses que se emplazaron en los fondos de Glew.
En 1975 el antiguo pueblo ascendió al rango de ciudad, sumándose a las localidades de Mármol, Claypole, Longchamps, Ministro Rivadavia, San José, Burzaco, Rafael Calzada y Adrogué conformando así el partido de Almirante Brown.
En “las afueras” del viejo y nuevo pueblo, se construyeron barrios con distintas denominaciones, tales como: Gorriti, Las Calandrias, Los Altos, Villa París, Parque Roma, Los Alamos, Parque Ipona, Los Pinos, La Reforma, Almafuerte, Kanmar, Gendarmería, Villa Amancay, Barrio Parque El Progreso, etc.
La capilla Santa Ana guarda una de las páginas más reconocidas de la pinacoteca argentina: los frescos que Raúl Soldi dejó allí pintados. Los mismos invitan a acercarse a ese universo de criaturas inocentes y climas afables que es el rasgo característico de su obra.
Veintitrés calurosos veranos fue el tiempo que Raúl Soldi tardó en concluir estos murales. Primero revocó los muros; más tarde, por medio de un sistema de caños, humedeció el interior de las paredes. Dibujó el boceto y luego, sobre el muro listo, aplicó con espátula los pigmentos que le dieron vida.
La Fundación Soldi también fue creada por iniciativa del artista. Allí se exhiben 60 obras, entre óleos, dibujos y grabados, que abarcan distintas etapas pictóricas desde 1927 hasta 1978.
La Biblioteca Popular Pablo Rojas Paz, se inauguró oficialmente el 22 de marzo de 1969. La entidad funciona en la sede de Aristóbulo del Valle y Mansilla. El edificio de la Biblioteca, fue donado por Soldi. El nombre es en homenaje al escritor tucumano quien fuera su gran amigo.