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AÑO 11 - EDICIÓN Nº 1964
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SOCIEDAD
martes 22 de abril de 2014

Vecinos lincharon a dos delincuentes que habían robado en Glew


Ocurrieron con diez días de diferencia. El primer sucedió cuando un menor de edad le quiso robar el teléfono a otro chico, como consecuencia los vecinos reaccionaron y lo golpearon. Debió ser trasladado a la UPA y luego la Justicia lo restituyó a su hogar, confirmaron en diálogo con De Brown desde la comisaría local. El otro hecho se registró el domingo, cuando un hombre intentó asaltar una vivienda. El ladrón fue retenido por la gente del barrio y quedó detenido.

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Cansados de la inseguridad, los vecinos de Glew decidieron actuar ellos mismos para defenderse de los delincuentes. Es por eso que, ante dos hechos delictivos, intervinieron en defensa de las víctimas y los golpearon, con el fin de retenerlos hasta que llegue la policía. Uno de los delincuentes tuvo que ser trasladado a la Unidad de Pronta Atención (UPA) Longchamps para ser asistido por traumatismos leves. Los hechos no pasaron a mayores, pero encendieron un alerta en el distrito.

El primer episodio ocurrió hace diez días cuando un joven menor de edad le robó el celular a otro, más chico que él. Familiares del asaltado pasaban por allí y al darse cuenta de lo que sucedía detuvieron al ladrón y comenzaron a golpearlo salvajemente.

“Un muchacho le quiso sustraer un celular a otro menor. Los familiares vieron lo que pasó y lo golpearon, provocándole lesiones en la cara, por lo cual tuvo que ser asistido en la UPA”, confirmó en diálogo con www.deBrown.com.ar el comisario Claudio Oscar Calcagno.

Si bien no sufrió heridas de gravedad, la Policía lo trasladó al centro asistencial, donde le curaron los golpes del rostro. Luego fue puesto a disposición de la Justicia, que ordenó que volviera con su familia de inmediato, ya que es menor de edad.

El segundo hecho ocurrió durante la madrugada del domingo, también en Glew. Al advertir los movimientos extraños en una casa, un grupo de personas impidió que el asaltante ingresara a robar, golpeándolo. Informada la Policía, el delincuente fue trasladado también a la UPA y puesto a disposición de los Tribunales de Lomas de Zamora.

“Es un hecho parecido al del menor de edad. Una persona intentó ingresar a una vivienda para robar y los vecinos la golpean, llega el personal, lo detiene, lo hace asistir en el UPA, y lo llevaron a declarar en Tribunales”, explicó el jefe policial. Y completó: “En el primer caso, el Tribunal de menores ordenó la entrega a sus progenitores en el término inmediato; el segundo hombre está preso; y no hay detenidos por pegarles a ninguno de los dos”.

Estos hechos se enmarcan en la ola de linchamientos que sacude y preocupa desde hace unos dos meses a todo el país. Uno de ellos ocurrió hace quince días en la localidad bonaerense de Merlo, cuando vecinos agredieron a un joven que robó un auto, y que fue detenido por el dueño del vehículo.

A fines del mes pasado, un “moto chorro” fue linchado en el barrio porteño de Palermo cuando le robó la cartera a una vecina. Transeúntes que se encontraban allí. Le dieron una golpiza y el delincuente fue salvado por la Policía.

Antes, en la ciudad santafecina de Rosario, un grupo de gente golpeó ferozmente a un joven que le robó a una vecina. Lo dejaron tirado en la calle, ante la indiferencia de quienes pasaban. Cuando finalmente alguien se compadeció y llamó a la Policía, ya era demasiado tarde y el asaltante murió, producto de los fuertes traumatismos.

Ante estos hechos, la Red de Jueces Penales de la Provincia de Buenos Aires emitió un comunicado público en el que manifestó: “Los recientes casos de linchamiento (o las tentativas de tales), que vienen tomando estado público, constituyen -por definición- ejecuciones sumarias y tumultuosas de personas sospechadas de cometer delitos, realizadas por grupos de particulares con ánimo de venganza (antes que de justicia, ni siquiera por mano propia). Revelan el nivel de irracional y salvajismo que se manifiesta en algunos miembros de nuestra sociedad”.

“Estos repetidos y resonantes actos de brutalidad criminal contradicen las normas más elementales de la convivencia social, resultando evidente que bajo ninguna circunstancia pueden explicarse o comprenderse por la aducida 'ausencia del Estado', en materia de políticas de seguridad. Cuando los particulares desplazan a los organismos estatales encargados de velar por la realización de un juicio a la persona sospechada de haber cometido un delito, se cierne sobre la población el grave riesgo de volver a las atrocidades de las sociedades primitivas que arreglaban sus diferencias a través de la violencia ilimitada, por la ley del más fuerte, en una estado de guerra permanente de todos contra todos”, concluye el texto.

 

 

 

 

 

 

 

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