Ante los reiterados hechos acontecidos en el Gran Buenos Aires, especialistas divulgaron una serie de consejos para evitar ser una víctima de este flagelo. En lo que va del 2017, se denunciaron 97 raptos. El último, en la localidad vecina de Temperley.
Ante la creciente ola de secuestros, el Ministerio de Seguridad de la Nación pidió a los ciudadanos tomar mayores recaudos. Según la ONG "Defendamos la República Argentina" ocurre un caso cada 29 horas en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.
Este miércoles, en Temperley, un productor de seguros de 40 años fue capturado en la puerta de su casa y liberado sano y salvo después de que su familia pagara un rescate.
"Soy una parte de la estadística que por suerte salió bien, es así, uno lo ve diariamente. Todas las noches, cuando uno se va a dormir, piensa que le va a tocar", expresó en declaraciones televisivas.
Lamentablement,e este suceso no es aislado sino que los casos se multiplican en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires, y con más intensidad en la parte sur del Conurbano, donde muchos culminan de la forma más violenta.
Desde la organización “Defendamos la República Argentina”, advirtieron que “estos delitos no distinguen entre nivel social, cultural y económico”.
Un reciente relevamiento de la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos informó que la mayoría de las víctimas son adultos mayores; que por lo general ocurren entre las 20 y las 00; y duran menos de cuatro horas.
Según la investigación del organismo, en la mayoría de los casos son tres o más los delincuentes que llevan a cabo el secuestro, el cual ocurre cuando la persona circulaba o descendía de un auto de gama alta o media.
Frente a ello, Alberto Granero -referente barrial e integrante del grupo “Adrogué queremos más seguridad”- difundió una serie de recomendaciones a tener en cuenta por los vecinos:
Entre las medidas promovidas por la cartera de Seguridad de Nación también se encuentran:
Secuestros virtuales
Se producen cuando una persona recibe una llamada telefónica en la que se simula el secuestro de un familiar o conocido, para así forzar la entrega de dinero a modo de recompensa.
La diferencia con la anterior modalidad, es que nadie se encuentra privado de la libertad sino que el perjudicado es el individuo que atiende el teléfono. Actualmente, suelen obtener los datos que necesitan mediante las redes sociales o haciéndose pasar por encuestadores.
Generalmente, las bandas dedicadas a estos engaños están conformadas por, al menos, tres delincuentes con roles definidos: uno es el que llama llorando a un domicilio simulando ser un familiar secuestrado, otro exige la entrega de dinero a cambio de la liberación y; el tercero recoge el botín.