Hay cinco clases: válido, en blanco, recurrido, impugnado y nulo.
Se considera a un voto válido cuando se eligen candidatos mediante una boleta oficializada. Para que un voto sea tomado como en blanco, el sobre debe estar vacío o con un papel de cualquier color, sin inscripciones ni imágenes.
Las posibilidades para que un voto sea anulado son varias: usar una boleta no oficializada o un papel de cualquier tipo con inscripciones o imágenes, colocar una boleta oficial con inscripciones, poner más de una boleta de distintos partidos para la misma categoría o ingresar cualquier tipo de objeto extraño en el sobre.
Un voto recurrido es aquel cuya validez fue cuestionada por algún fiscal, ya se a porque la boleta fue escrita, está rota o tiene algún otro tipo de irregularidad. En tanto, las impugnaciones se producen cuando el presidente de mesa o algún fiscal pone en duda la identidad del votante.
El elector puede sufragar, pero el presidente incluirá junto a su sobre un formulario donde hace figurar la impugnación junto a los datos de la persona y su huella digital. En el escrutinio definitivo, la Junta Nacional Electoral determinará si la persona es quien dice ser para tomar el voto como válido o anularlo.