Comenzó como el sueño de su fundador, Facundo Maidana, y ya cuenta con más de 150 alumnos de todas las edades, que reciben la enseñanza de profesores que trabajan ad honorem. Instalada en Don Orione, la agrupación musical busca un espacio propio para continuar con su misión en Almirante Brown.
Para el creador de las Orquestas de Claypole, Facundo Maidana, la música es una “herramienta de transformación social y espiritual”. Por eso, decidió emprender este proyecto que si bien comenzó con pocos adeptos, no tardó en captar la atención de los brownianos.
Actualmente, el conjunto musical, que funciona bajo la asociación civil “Armonía Celibadache”, cuenta con más de 150 alumnos de entre 6 y 22 años, aunque también está representada la categoría de adultos. En total, ya fueron conformados siete grupos orquestales.
“Aquí es donde se ve el trabajo en conjunto porque una orquesta obliga a todo el mundo a permanecer juntos, no se forman solistas. El estudio que se abarca es puramente social hasta cuando ellos estudian solos en sus casas”, explicó Facundo en diálogo con www.deBrown.com.ar.
Y agregó: “La transformación ocurre principalmente en sus hogares, ya que también ayudan a sus familias a construir un objetivo a futuro y mejorar su porvenir”.
Entre las disciplinas que se brindan se encuentra violín, violonchelo, viola, contrabajo, flauta, trompeta, clarinete, guitarra y percusión. Las clases se dictan dos veces por semana. Están a cargo de profesores que trabajan ad honorem y que llegan de todos los rincones del Conurbano.
“De vez en cuando traemos gente de otros países, músicos profesionales para que perfeccionen a los chicos”, remarcó el también director en declaraciones a este medio.
Así, las Orquestas de Claypole se constituyeron como un sostén vital para la población que reside en el complejo habitacional, que encuentra en este proyecto una buena oportunidad para aferrarse a la belleza del arte y alejarse de las distracciones de la calle. En noviembre de 2016, fueron declaradas de "Interes Municipal" por su aporte cultural.
Un poco de historia
Facundo, oriundo de Corrientes, llegó al distrito con el objetivo de comenzar sus estudios en la Universidad Nacional de La Plata. Se instaló en el hogar de su abuela, en Claypole, hasta que obtuvo el título de Director Orquestal.
“En 2005, me veía en la necesidad de practicar, pero no teníamos ninguna agrupación. Entonces empecé a convocar a amigos del barrio. Al principio sólo venían dos o tres”, recuerdó.
“Fue en ese momento cuando presente un proyecto de investigación en el voluntariado de la universidad y mis profesores y compañeros lo apoyaron. Así conseguí fondos para comprar los primeros instrumentos”, relató.
La actividad inició un camino ascendente de constante evolución y crecimiento. “Hoy en día tenemos más chicos que adultos. A esta orquesta ya no se la puede parar”, resaltó Facundo. Sobre su labor en el distrito, sostuvo: “Tengo un sentido de pertenencia muy grande en Claypole, una de las deudas que tuve fue dejarle algo a esta comunidad”.
Un espacio propio
En la actualidad las orquestas funcionan en el colegio Lola Mora, en el centro de catequesis de la manzana 27, en Don Orione, y el Centro Integrador Comunitario (CIC), situado sobre la avenida Eva Perón. Sin embargo, se vieron obligados a discontinuar las clases por falta de instalaciones.
“Esta situación puso en riesgo la continuidad de la actividad y el estado de los instrumentos que se deterioraron porque los chicos se los llevan a sus casas”, precisó Facundo. El objetivo ahora está puesto en obtener un lugar propio que les permita seguir creciendo.
Si bien organizar los días de ensayo no es un problema, en ese ir y venir el director subrayó que “se extraviaron valiosos instrumentos”. “A los chicos se le habla todo el tiempo de la responsabilidad que tienen con el barrio. Son ellos mismos los que, ante este contexto, toman el compromiso de estudiar en sus casas para mantener este espíritu de crecimiento, unidad y organización”, explicó.
“Son los niños los que más la están padeciendo, pero así y todo no pierden el entusiasmo y la curiosidad por seguir creciendo. Son ellos quienes deben transmitir el legado”, concluyó.
Por: Yasmin Rahhal.
