Durante febrero se incrementa la cantidad de visitas a los especialistas. Audiometrías y consultas oftalmológicas de niños; y exámenes antropométricos y cardiológicos de adolescentes, ponen a prueba el estado de salud de los menores para comenzar el ciclo lectivo.
Cada año es condición para el inicio de clases presentar una batería de estudios médicos. Los solicitan los colegios por protocolo, pero es un beneficio tanto para los niños como para los adultos conocer el estado físico de cada niño a la hora de iniciar un nuevo año.
Cercanos al comienzo de clases, los padres emprenden la ardua tarea de comprar los útiles y libros escolares, pero también de cumplir con uno de los requisitos fundamentales de las instituciones educativas: el certificado médico escolar. Este consiste en una consulta oftalmológica para determinar la agudeza visual y una audiometría.
Asimismo se solicita un apto físico escolar, un certificado pedido por escuelas argentinas al niño o adolescente en forma anual, que indica su estado de salud y determinará si puede o no participar en la clase de educación física, que se rige con los mismos principios que el apto que puede solicitar una institución deportiva o gimnasio.
En este punto, los cardiologos advierten que dicho estudio comprende un eslabón del enfoque multidisciplinario del paciente. Dado que, si bien una persona desde el punto de vista cardiovascular puede estar apta para realizar un ejercicio, puede ser también portadora de otras patologías no cardíacas, como por ejemplo: asma bronquial, epilepsia, diabetes. Motivo por el cual se desaconsejan realizar todo tipo de ejercicios físicos.
Es por eso que, más allá de cumplir con la documentación solicitada por los establecimientos educativos, se le recomienda a los padres realizar este chequeo de forma más amplia, para prevenir o detectar tempranamente alguna afección.
Certificado de aptitud física
La confección del certificado es uno de los pasos que se debe cumplir para la práctica segura de cualquier tipo de ejercicio físico y/o deporte. La Ley N° 139/98 obliga a los gimnasios a solicitar un certificado de aptitud física a las personas que realicen actividad física en sus instalaciones, escuelas y colegios se hicieron eco de su importancia y lo solicitan al comenzar las clases. El objetivo es detectar patologías a través del interrogatorio, examen físico y estudios complementarios.
El mismo atestigua la aptitud física del individuo considerando su edad, sexo y actividad a desarrollar. Comprende tres áreas: clínico/pediátrica; traumatológica y cardiovascular. Esta última intenta identificar patologías cardiovasculares preexistentes y relevantes para reducir el riesgo asociado a la práctica del deporte.
La evaluación mínima de primer nivel para el apto físico cardiovascular en deportes competitivos debe comprender: interrogatorio, examen físico y electrocardiograma de reposo. La ergometría de 12 derivaciones y ecodoppler cardíaco quedan a criterio del médico.
El comienzo de clases puede poner de manifiesto algunos signos y conductas que indican la existencia de problemas en la visión, que dificultan el aprendizaje. Según estadísticas nacionales, durante los primeros 10 o 12 años de vida, el 80% de todo lo que aprende un niño suele ingresar por los ojos. De ahí la importancia de que desde hace ya varios años se incluya la realización de un test de aptitud visual a los niños que ingresan al colegio primario.
Signos que pueden alertar sobre la presencia de algún problema en la visión: Parpadeo o frotación de ojos excesivo; inclinación adelante para fijar la vista; entrecierre de ojos para mirar o enfocar; dolores de cabeza, mareos y nauseas frecuentes; acercamiento al texto; enrojecimiento de los ojos luego de fijar la vista; desviación de alguno de los ojos; pérdida de la atención, incapacidad de aprendizaje y de focalizarse en las tareas; falta de confianza al subir o bajar por una escalera; movimientos raros de los ojos.
Es importante que los adultos estén atentos a identificar cualquiera de estos síntomas para posteriormente tratarlos y mejorar el rendimiento educativo de los niños y adolescentes.