Se trata de Tamara Alejandra Mohamed, de 17 años. Fue vista por última vez el miércoles 10 de septiembre cuando salió su vivienda, ubicada en Rufino Córdoba al 1700, en el Barrio Esther, Claypole. Quienes la hayan visto o tengan información sobre el paradero de la joven, pueden comunicarse al 4268-5268 o 15-5805-9787.
Tamara Alejandra Mohamed desapareció el pasado 10 de septiembre, alrededor de las 9:30. En diálogo con www.deBrown.com.ar, la familia manifestó su preocupación ya que hasta el momento no tuvieron ninguna comunicación con ella.
“Se fue corriendo el miércoles a las 9:30 de la mañana. Ella dijo que se fue hasta Adrogué, al Colegio Nacional, a buscar a una compañera y de ahí se fueron a la casa de esta chica, que vive en Glew”, explicó a este medio Gisela Nagera, prima de Tamara.
Lo único que su entorno tiene confirmado es que ese trayecto fue real, ya que una tía de la joven aseguró habérsela cruzado en Glew. Según la versión de la mujer, Tamara le habría dicho que antes de salir de su casa mantuvo una discusión con su mamá y le pidió prestada la tarjeta SUBE para poder volver.
En horas de la tarde, el novio afirmó haberla visto y coordinar con ella que volviera a su casa a bañarse, para verse más tarde y salir a pasear. Sin embargo, ella nunca se volvió a comunicar con él. “Muchos dicen que la vieron a las 18:30 tomarse la línea 510 y es el último dato que nos pasaron. Desde ahí no se supo más nada de ella”, advirtió Gisela.
Los padres de la menor realizaron la denuncia en la comisaría de Burzaco. Pero aún no hay pistas certeras sobre dónde está la joven. Los familiares realizaron visitas a las casa de los compañeros y amigos con los que habitualmente se reúne y nadie sabe nada.
“Estamos pegando carteles y difundiendo su imagen por Facebook, pero todavía nada”, explicó la prima de la joven, al tiempo que solicitó la ayuda de la comunidad para encontrarla pronto.
Tamara mide 1.55, es delgada, morocha, de pelo lacio y largo. El día que desapareció vestía zapatillas blancas -tipo botitas-, un jean oscuro, un buzo marrón con un dibujo de un corazón roto; y estaba peinada con un rodete. No lleva ninguna pertenencia. Ni siquiera su celular. Algo que le llamó la atención a la familia, que desde el primer momento intentó contactarla.