Se debe a la falta de alimentación de calidad. El dato surge de un estudio realizado por la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC) y Unicef. Implica consecuencias graves para el desarrollo psicosocial así como para la salud.
Los sectores vulnerables tienen más dificultades para acceder a alimentos de calidad nutricional. Eso provoca que los jóvenes estén más expuestos al sobrepeso y la obesidad, debido a que los productos que consumen son en su mayoría a bases de harinas, utilizados para saciar el hambre, pero no para alimentar.
Los niños de bajo nivel socioeconómico en Argentina tienen un 31% más de posibilidades de tener sobrepeso que los de alto nivel socioeconómico, informan especialistas de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC) y Unicef.
Para realizar el estudio "Las Brechas Sociales en la Epidemia de la Obesidad en Niños, Niñas y Adolescentes de Argentina: Diagnóstico de Situación", se evaluó la obesidad y el sobrepeso, comparando la Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE) del 2007 con la del 2012.
La conclusión es alarmante: el exceso de peso en jóvenes de entre 11 y 17 años subió de 17,9% a 27,8%. Y la obesidad casi que se duplicó creció de 3,2% a 6,1%.
En este punto, remarcaron que existen graves consecuencias que el exceso de peso trae para la salud y el desarrollo integral de los niños y adolescentes. También advirtieron que apareja problemas psicosociales.
Los médicos a cargo de la investigación insistieron en la necesidad de “tratar esta problemática desde una edad temprana con políticas públicas diseñadas con una perspectiva integral”.
Diferencias desde la infancia
La obesidad está asociados a la poca accesibilidad que tienen los sectores populares a los alimentos de calidad, con mayor contenido de fibras, menor densidad calórica y menor contenido de sal y azúcares refinados.
Los bajos ingresos actúan como condicionante a la hora de comprar. Se terminan excluyendo de la dieta los alimentos más sanos porque son los más caros.
En el "Plan de acción para la prevención de la obesidad en la niñez y adolescencia", que fue aprobado en octubre de 2014, en el marco de la 66ª sesión del Comité Regional de la Organización Mundial de la Salud para las Américas, se marcaron una serie de pautas a seguir para combatir esta problemática.
Entre ellas se destaca: Promover políticas para mejorar el entorno escolar obesogénico, desarrollar políticas económicas tendientes a reducir el consumo de alimentos altos en azúcares, grasas y sal, Incentivar el consumo y facilitar el acceso a alimentos saludables, como frutas y verduras; y establecer medidas para restringir la publicidad de alimentos no saludables dirigida a niños.
En enero de 2016, también figuraron en el reporte de la Organización Mundial de la Salud publicado por la Comisión ECHO (Endining Childhood Obesity).