El ex púgil y actual entrenador Juan Carlos Ortiz, hace cuatro años que forma chicos en esta disciplina. En dialogo con De Brown, resaltó las bondades de este deporte y explicó de qué manera prepara a sus dirigidos.
Ubicada en Seguí 886, se encuentra el Club Atlético Adrogué en donde Juan Carlos Ortiz recibe a vecinos de ambos sexos, que se acercan para practicar esta actividad de manera recreativa y profesional.
Vinculado a los guantes y cabezales desde chico, el entrenador tuvo su esplendor en la década del '80, donde se desempeñó en la categoría Welter y compartió cartel con boxeadores de la talla de Lorenzo García y Adolfo Arce Rossi.
“Comencé entrenando de manera recreativa. Con el tiempo, me empezaron a decir que prepare chicos para competir, yo no estaba muy seguro, pero finalmente arranqué y hace cuatro años que experimento lo que estar en un rincón”, expresó en dialogo con www.deBrown.com.ar.
Con 53 peleas en el campo rentado, conoce muy bien las exigencias de un deporte en el que muchas veces privan las injusticias. “Era lo que de alguna manera me frenaba, porque no quería que los 'pibes' sufran las cosas que me pasaron a mí”, explicó.
En ese punto, señaló que mantiene un total cuidado sobre sus pupilos, los cuida y sólo los autoriza a subir al cuadrilátero cuando están en óptimas condiciones. Ortíz asegura que si el boxeador tiene que perder, sea porque su adversario fue superior o tuvo una mejor noche, pero de ninguna manera acuerda un combate si sabe que no se encuentra bien entrenado.
Ente los valores que se acercan a su gimnasio resalta la figura de Fernando Gallo, César Pérez como profesionales; y a Matías Reynoso, Mauro Palumbo, Germán Camargo, Gustavo Ladrud, en el plano amateur.
Siendo una disciplina tan exigente y completa, son muchos los beneficios que su práctica aporta al cuerpo. “No sólo mejora el estado físico, sino que libera tensiones y despeja la mente. Es una actividad noble donde se funden personas de diferentes clases sociales. El gimnasio fortalece lazos de amistad y compañerismo”, afirmó.
Entre sus objetivos, el técnico anhela con consagrar algún campeón argentino y poder viajar junto a él al exterior. “Tengo una bandera argentina colgada en la escuela y les prometí a mis alumnos que alguno de ellos va a ser el responsable de pasearla por los cuadriláteros del mundo y sé que lo vamos a conseguir”, concluyó.
