Serán juzgados este miércoles su esposo y su cuñado. "Mañana vamos a revivir todo y deseo que estemos fuertes, que podamos estar de pie", expresó la hermana de la víctima a De Brown. La información.
La aparición de una niña abandonada en Burzaco desenmascaró un terrible crimen. Su madre, Marcela Coronel, fue hallada sin vida en su casa de Longchamps. En un abrir y cerrar de ojos, decenas de hipótesis se barajaron. Sin embargo, pronto las pruebas cercaron un solo camino: femicidio.
A más de tres años del asesinato, se dará inicio al juicio. Gabriel y Pablo Guevara se sentarán este miércoles, 3 de noviembre, en el banquillo de los acusados. Se trata del esposo y cuñado de la víctima, respectivamente. Son los únicos detenidos por el crimen.
“Queremos que les den perpetua a ambos. El hermano (de Gabriel) está imputado como participe secundario. Nos adelantaron que no va a ser posible la perpetua para él pero de todas formas puede quedar unos cuantos años en la cárcel. En cambio, para el femicida Gabriel la perpetua es posible”, explicó Lorena, hermana de Marcela, a www.deBrown.com.ar.
El proceso comenzará a las 8:30 en los Tribunales de Lomas de Zamora. “Son horas difíciles. La cabeza no para y en lo único que pienso es todo lo que tuvimos que pasar. Mañana vamos a revivir todo, y deseo que estemos fuertes, que podamos estar de pie. Tenemos fe de que se va hacer Justicia”, expresó.
*Izq. Gabriel Guevara/ Der. Pablo Guevara
El hecho ocurrió el 28 de mayo de 2018. Las pericias llevadas adelante colocaron al esposo de Coronel como el autor material del crimen. En tanto, según el fiscal, el rol de su hermano consistió en “alterar la escena del crimen”. También se encargó de llevarse a la hija de la pareja para abandonarla en Burzaco.
“Estamos conformes con la investigación. Se hizo mucho hincapié en las mujeres con las que Gabriel estuvo o compañeras de su trabajo. Muchas dieron testimonio de cómo era él. Era un manipulador, un acosador, no solo con Marce sino con un montón de mujeres”, resaltó.
Sin embargo, aún la familia continúa con la incertidumbre si más personas participaron para encubrir el hecho. “Siempre pienso en lo que habían declarado los vecinos, que habían visto un señor canoso, fumando en el patio donde vivía Marcela y Gabriel. Nunca se supo quién era”, subrayó.
Actualmente, la hija de Marcela tiene cuatro años y de a su familia poco intenta contarle la verdad. “El primer año realmente fue muy difícil. Era casi imposible tranquilizarla, paraba de llorar y gritar porque se quedaba dormida. Después del primer aniversario de su muerte, el dolor es menos pero no dejamos de llorarla y extrañarla”, confesó.
En este marco, le aconsejó que aquellas personas que estén atravesando por una situación similar, “no paren de luchar hasta conseguir justicia”. “Existe mucha gente buena dispuesta para ayudar. Es importante armarse de paciencia y fuerzas, rodearse de gente buena, pedir ayuda y contención”, concluyó.
