Se trata de Danel, un vecino de Glew. Él y su familia regalaron la comida de la fiesta a la institución local. Alrededor de 80 chicos disfrutaron de esta acción solidaria. Conocé la historia.
Para todo niño, su cumpleaños se vuelve una de las fechas más ansiadas del calendario. Así lo vive Danel, vecino de Glew. Había planeado pasarlo con sus seres queridos. Sin embargo, el Coronavirus arruinó sus planes. Lejos de angustiarse, mostró su costado más solidario.
El pequeño decidió que era el momento de celebrar el día de su natalicio ayudando a los que más lo necesitan. Fue así que organizó una merienda para los chicos del barrio. Su iniciativa fue un éxito.
Sin saber que la cuarentena se extendería por tanto tiempo, su familia ya había iniciado los preparativos con antelación. Con sus ahorros, habían comprado la comida que le darían a los invitados. Finalmente, la tradicional fiesta se vio cancelada.
“Como no podía festejarlo con sus vecinos y primos, le dijo al papá si podía poner un cartel en la reja de la casa donde le avisaba a los chicos que lo necesitaran que podían ir a buscar la merienda”, contó Laura, su madre, en diálogo con www.deBrown.com.ar.
Ante el pedido de Danel, sus padres le sugirieron que era mejor donar la comida al merendero “Centro Comunitario Niños Alegres”, ubicado en las cercanías de su vivienda. El pequeño aceptó y así comenzaron la planificación de esta acción solidaria.
Este jueves, llegó el día tan esperado, su cumpleaños n°10. Tomando las medidas de prevención indicadas por el avance del Coronavirus, el vecinito y su madre asistieron por la tarde a la institución barrial, que había sido adornada con globos y guirnaldas para la ocasión.
“Preparamos chocolatada. Repartimos golosinas y galletitas. Yo había hecho un bizcochuelo. Vino mucha gente, de hecho, nos quedamos cortos”, detalló sobre la iniciativa en la que alrededor de 80 chicos se llevaron sus bolsitas de regalo.
Desafortunadamente, debido a la situación sanitaria que atraviesa el país, Danel no pudo quedarse mucho tiempo. Sin embargo, eso no opacó la celebración. “Le gustó. Fue una experiencia muy linda", agregó.
El vecino de Glew proviene de una familia humilde. Su madre es empleada doméstica y su padre trabaja en el rubro de la construcción. A raíz del aislamiento, no les quedó otra opción que parar de trabajar. Pese a eso, nada los detuvo para seguir ayudando.