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AÑO 12 - EDICIÓN Nº 2325
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SOCIEDAD
jueves 6 de noviembre de 2014

El enorme pozo de una escuela pública en emergencia


Ocurre en la secundaria N° 26 (ex 36) de Glew. Pese a los recurrentes reclamos al Consejo Escolar y al Ministerio de Educación bonaerense, la situación edilicia del establecimiento es paupérrima. No sólo tienen problemas con los servicios de agua y luz, rajaduras, y falta de mantenimiento en los baños, sino que también cuentan con un cráter en medio del área de esparcimiento de los chicos. Es que el piso cedió y generó un hueco de 3 metros x 2,10.

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La indignación llegó a su límite. Directivos, docentes, padres y alumnos de la escuela de  en Scalabrini Ortiz 2561, dijeron basta a la falta de respuestas por parte de las autoridades del Consejo Escolar y el Gobierno bonaerense, y expusieron su reclamo ante el peligro que corren los chicos dentro del establecimiento.

A los habituales problemas que viven por las complicaciones con los servicios de agua y luz, rajaduras y caída de mamposterías, y falta de mantenimiento en el área sanitaria, se suma un nuevo protagonista al temario de pendientes: un enorme pozo en medio del patio de la escuela.

Sus dimensiones son de 3 metros de largo por 2,10 metros de ancho. Esto se produjo a raíz de la falta de inspecciones en la infraestructura del lugar, de las fuertes lluvias y la desidia de las autoridades que, conociendo las carencias, hicieron oídos sordos a las necesidades.

Al colegio asisten unos 600 alumnos en horario de la mañana, tarde y noche. Afortunadamente, nadie resultó herido cuando las baldosas comenzaron a hundirse en el piso y en donde ya ni la tierra cubre el espacio que debiera. Los caños que conecta diversos servicios están a la vista y varios de ellos rotos por el desprendimiento de las bases.

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Según explicó la directora, Susana Moreyra, la escuela debía haberse cerrado en 1997 y estaba pedida su demolición, cuando se constató que el edificio no estaba en condiciones para brindar clases. Sin embargo, luego de algunos arreglos que parecerían superficiales, el establecimiento siguió con sus funciones, albergando a cientos de chicos. Hoy las consecuencias se ven claramente.

“Podría haber sido una desgracia. Los chicos habían entrado a las aulas minutos antes de que se hiciera el pozo. ¿Si hubiera habido alguien herido? ¿Quién se hubiera hecho responsable?”, se preguntó uno de los padres que asistió esta mañana a la escuela para manifestar su bronca.

Lo cierto es que, más allá de este caso puntual y de las escalofriantes imágenes que demuestran la gravedad de la situación que padece la institución, miles de escuelas de toda la provincia de Buenos Aires carecen de mantenimiento, de mobiliario, de presupuesto y peor aún normas de higiene adecuadas en los sanitarios para evitar contagios y brindarles a los chicos lo que merecen: estudiar dignamente.

 

 

 

 

 

 

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