En el contexto del 1° de diciembre, Día Mundial de la lucha contra el SIDA, se informó que la enfermedad está en retroceso luego de su pico máximo en 2000. En los últimos cinco años, se duplicaron las personas bajo tratamiento.
Según un informe presentado por ONUSIDA, la organización transversal de las Naciones Unidas que concientiza sobre la dolencia, las muertes se redujeron un 42 por ciento desde 2004. Mientras que también disminuyeron, entre 2000 y 2015, las infecciones por VIH en un 35 por ciento.
La entidad anunció que hasta junio de este año 15,8 millones de personas se encontraban en tratamiento antirretrovírico, tomando como referencia las 7,5 millones de personas que había en 2010 y las 2,2 millones que hubo en 2000.
Entre el 2014 y el 2015, se estima que en el mundo 36,9 millones de ciudadanos padecían VIH, dos millones contrajeron el virus en ese periodo y 1,2 millones de personas fallecieron a causa de males relacionados con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
“Los próximos cinco años serán cruciales porque será una etapa de respuesta rápida que debemos aprovechar o veremos un repunte de la epidemia”, sugirió el director de ONUSIDA, Michel Sidibé. Por eso, instó a los países a diseñar políticas para difundir a la población información sobre los modos de prevención.
Según informa la Organización Mundial de la Salud, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) infecta las células del sistema inmunitario, alterando o anulando su función. La infección produce un deterioro progresivo del sistema inmunitario, con la consiguiente "inmunodeficiencia".
El sistema inmunitario es deficiente cuando no puede cumplir su función de lucha contra las infecciones y enfermedades. El síndrome de inmunodeficiencia adquirida corresponde a los estadios más avanzados de la infección por VIH y se define por la presencia de alguna de las más de 20 infecciones oportunistas o de cánceres relacionados con el VIH.
El VIH puede transmitirse por las relaciones sexuales con una persona infectada, la transfusión de sangre contaminada o el uso compartido de agujas, jeringas u otros instrumentos punzantes y de la madre al hijo durante el embarazo, el parto y la lactancia.