Se conmemora el 110° aniversario de su natalicio. Artista de vasta trayectoria y multipremiado, quedó inmortalizado en las pinturas que realizó en la Capilla Santa Ana. Hoy la ciudad le rinde homenaje, exhibiendo sus obras.
Este viernes 27 de marzo se cumplen 110 años del natalicio del gran artista Raúl Soldi, que dejó su legado en Glew, donde fielmente cuidadas por la Fundación que lleva su nombre, sus obras que quedarán para posteridad.
Inició sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes, y en el año 1921 viaja a Europa. Estuvo en Alemania hasta 1923, cuando se traslada a Italia, ingresando en la Real Academia de Brera (Milán), donde permaneció hasta el año 1932. En Italia, se relaciona con un grupo de artistas de vanguardia y comienza su experiencia.
En 1933, regresa a la Argentina y es becado por la Comisión Nacional de Cultura que le permite recorrer Estados Unidos. Allí, logra trabajar como escenógrafo en Hollywood. Desde 1930, presenta obras en el Salón Nacional de Cultura, y en diversos Salones provinciales. A partir de 1934 comienzan sus muestras individuales, que lo llevarán luego a la Exposición Internacional de París (1937) y en Nueva York (1941-1943).
Los temas que trabajó son variados: paisajes, retratos, temas relativos al teatro y al circo, naturalezas muertas. En 1953, pinta los famosos frescos de la Iglesia de Santa Ana de Glew. En 1966, realizó la decoración de la Cúpula del Teatro Colón de Buenos Aires, cuya técnica es la tela pintada al óleo y luego adherida al muro.
Sus obras figuran en muchos museos, entre ellos, el de Arte Moderno de Nueva York y los de Florencia y Milán. Fue uno de los artistas argentinos que donó gran parte de su obra a instituciones de todo el mundo y sobre todo de Argentina.
En 1947, obtuvo el primer Premio en el Salón Nacional; mientras que al año siguiente logró el primer Premio de la Bienal de San Pablo. Ya en 1951, fue galardonado con el Premio Palanza otorgado por La Academia Nacional de Bellas Artes, de la que fue miembro. En el ‘60, fue Mención de Honor en la II Bienal de México.
Con el paso de los años, incursionó en distintas áreas dentro del arte, ya que también ilustró libros de poesía. En 1968 viajó a Israel, para pintar la Basílica de la Anunciación en Nazaret, un mural inspirado en el milagro de In Virgen de Luján. El Museo del Vaticano en Roma incorpora en 1987 una obra suya titulada "La Virgen y el Niño", con esta última suman dos los cuadros que posee la Santa Sede. La anterior se titula "Santa Ana y La Virgen Niña".
A partir de este último año hasta la fecha de su fallecimiento, realizó varias exposiciones, la más destacada en el Museo Arte Decorativo. Asimismo, la Galería de Arte Moderno de Milán incorporó a su colección un autorretrato.
Además de su talento, el destino le había reservado otros privilegios, haber conocido en vida la fama y la gloria y participar en 1993, un año antes de su muerte, en una mega exposición que mostró en el Salón Nacional de Exposiciones: "Palais de Glace". La maravilla de su obra convocó a millares de visitantes que disfrutaron incansablemente el refinado e incomparable espectáculo de su obra.