Cuando era adolescente soñaba con triunfar dentro de una cancha de fútbol. Se probó en el "Tambero" y en Los Andes. Hoy, es uno de los púgiles más representativos de Argentina. Su historia.
La vida de Sergio "Maravilla" Martínez tiene matices como las de pocos. Encontró su mejor versión en el boxeo en España, donde se formó para ser de los mejores del mundo. Pero antes, dejó huellas en nuestro distrito durante 17 años, aunque en otra disciplina.
Siempre supo que iba a ser deportista. Si bien venía de una familia con costumbres boxísticas, sus primeros pasos fueron con la pelota en los pies en las inferiores del Club Claypole. Era un delantero por la banda, el viejo wing con velocidad y hasta dicen que tenía mucho gol.
Por los 90, el barrio estaba plagado de equipos amateurs que disputaban diferentes torneos locales. A su estadía en el "Tambero", se le sumaron el Inter y San Jorge, dos planteles formados por su amigos en los que pasaba el rato.
"Maravilla"reconoce públicamente que como jugador de fútbol le sobraban corazón, ímpetu y garra, pero le "faltaba una cuota de talento". Llegó a probarse en Los Andes aunque no corrió con la misma suerte. En el medio, fue monaguillo en la capilla del Instituto Don Orione.
El "no" del "Milrayitas" fue un antes y un después para Martínez. La tradición familiar volvió a tomar fuerzas y decidió subirse a los rings a pelear hasta que en 1997 debutó de manera profesional. Realizó 56 combates y se consagró dos veces campeón argentino e intercontinental.
A mediados de 2000 pisó suelo español y el resto es historia pura...