El establecimiento educativo situado en Charcas y Salaberry, en Claypole, fue el blanco de tres ataques vandálicos en menos de siete días. Los ladrones rompieron aberturas y se llevaron dinero, elementos audiovisuales, instrumentos del comedor escolar y dañaron todo tipo de materia didáctico.
En lo que va de septiembre, la escuela primaria 38 de Claypole fue el escenario de un triste récord. En menos de una semana, la comunidad educativa sufrió tres ataques vandálicos. Si bien fueron muchas las pérdidas, como primera medida, los directivos de la institución remarcaron la necesidad de instalar una alarma para tratar de evitar hechos similares a futuro.
Los robos fueron entre el martes 8 y el domingo 13. El último fue consecuencia de que no habían logrado recuperarse del anterior y no llegaron a cerrar todas las aberturas dañadas. Por eso, quedaron expuestos a lo que finalmente volvió a pasar.
Frente a esta situación, esta semana los propios docentes pusieron manos a la obra con el objetivo de prevenir males mayores.
“Estuvo trabajando el director de la secundaria (N°7), que convocó a otros profesores e incluso pidieron ayuda a la (escuela) Técnica N°3. Tuvimos que hacer varios gastos, comprar hierros y otras cosas que hacían falta porque no podía quedar así”, relató a www.deBrown.com.ar la directora del establecimiento situado en Salaberry y Charcas, María Isabel.
En primer lugar, los ladrones rompieron puertas hasta que dieron con una ventana de la biblioteca que estaba rota y así pudieron entrar. Una vez adentro, destrozaron todo lo que no se pudieron llevar: libros, materiales didácticas y la computadora de la secretaría.
Pese a que no hay datos concretos sobre quiénes fueron los atacantes, se estima que fueron personas cercanas a los miembros de la comunidad educativa porque incluso robaron dinero que estaba guardado en lugares muy específicos.
“Abrieron los armarios y se llevaron plata recaudada para las excursiones. Hasta se llevaron los alimentos con los que los chicos iban a hacer una canasta familiar para seguir recaudando fondos: parecía que sabían dónde estaban las cosas”, agregó la mujer.
No conformes con eso, se apropiaron de un proyector, la cámara fotográfica, la filmadora y muchos instrumentos que se utilizan para cocinar en el comedor escolar. Además, derramaron la tinta de la impresora en todas las cosas que tuvieron adelante, incluso en los trabajos de los pequeños estudiantes.
En medio de la indignación, resaltaron la urgencia de volver a tener un sistema de alarmas. “Antes teníamos, pero hace más o menos dos años desde Consejo Escolar dejaron de financiarla y nosotros no tenemos el dinero para poder solventar ese gasto”, remarcó la directora.
Más allá de estas circunstancias tan adversas, aseguraron que no van a “bajar los brazos” y seguirán luchando para mejorar la educación de los cientos de chicos que allí asisten. Quienes deseen colaborar, pueden ponerse en contacto con las autoridades a través del 4277-5830.