Fueron 24 horas después de la muerte de Maradona. “Tengo cagazo de que me quieran empomar por los remedios”, le dijo la profesional. El neurocirujano había negado un pedido de internación que realizó una de las hijas del futbolista.
La preocupación de la psiquiatra Agustina Cosachov y el neurocirujano Leopoldo Luque, los dos médicos más cercanos a Diego Armado Maradona, quedó plasmada en audios y chats.
A las pocas horas de fallecido el astro del fútbol, barajaban posibles responsabilidades judiciales debido a sus actuaciones en el cuidado del paciente. En los audios que se conocieron en las últimas horas y forman parte del expediente, los profesionales se intentan calmar y convencerse de que actuaron bien.
Según explican, el aval y las firmas de la familia para la salida de la Clínica Olivos son su respaldo y garantía ante la Justicia. Sin embargo, la internación domiciliaria fue considerada por los fiscales como “deficiente”.
Además, se conocieron nuevos mensajes entre Luque y un médico del equipo. En ellos califica a una de las hijas de Maradona de “pelotuda” por pedir mejores cuidados.
Cosachov le reenvía a Luque un mensaje con el resultado de la autopsia a Maradona que revelaba un “edema agudo de pulmón secundario a insuficiencia cardíaca crónica reagudizada. Corazón con miocardiopatía dilatada”.
El médico le responde: “Sí, sí, iba a ser algo cardíaco”. También comentan que la muerte se habría producido a las 12 de la noche del día anterior, cosa que finalmente se comprobó que no fue así.
Cosachov, preocupada y atemorizada por la situación, expresa: “Yo tengo cagazo de que me quieran empomar por los remedios”.“No te persigas con eso, Agus”, le replicó Luque: “Era un enfermo delicado”. “Estoy medio persecuta”, le insistió ella.
Porque todo lo que fuera suministrado debía tener en cuenta la patología cardiáca previa que tenía el paciente. Ahora, serán evaluados por la junta médica que será convocada los próximos días.
“Acá hay algo fundamental, que es que todo, todo se habló con la familia. Incluso en las reuniones de Zoom estuvo la familia. Cuando se hablaba de la disponibilidad médica, que era lo que necesitábamos. Todo se habló con la familia. Eso también nos tiene que dejar tranquilos porque no se tomaban decisiones sin que ellos intervengan. Todas las sugerencias de la familia se aceptaron. El día que llegó el clínico, Diego no quiso y estaban Gianinna y Jana e intentaron y tampoco lo pudieron hacer entrar. La familia intervino mucho, nosotros apoyamos en esto nada más”, expresó Luque.
Cosachov se convence junto a su compañero: “Lo de la familia es fundamental. Gracias a Dios está lo de la internación. Tenemos la firma de la familia y tenemos el aval 100%. Bueno, nada. Habrá que esperar a que empiecen a romper las pelotas con otra cosa los periodistas. Es su laburo, pero me da bronca que digan tantas pelotudeces. Me rompe los huevos que en los medios digan estas pelotudeces”.
Un chat de WhatsApp que complica a Luque
El 18 de noviembre, seis días después de la salida de Diego de la clínica Olivos y a siete del día de la muerte, se da una conversación entre el neurocirujano y un integrante del staff médico que había visitado a Diego.
“Hola Leo. Para atrás. En la cama hace 48 horas, ánimo ultra irritable. Domingo había estado impecable, era el Diego del 86. Agus (Cosachov, la psiquiatra) va a meterle más medicación para una bipolaridad, por lo visto viene por ahí… ciclador rápido”, le informan a Luque.
Otro comentario de la misma persona apunta a que “está muy hinchado”. “Está hinchado porque está en decúbito (acostado). No le enviaría un médico. Necesita espacio”, respondió Luque.
La advertencia de las hijas
Jana presionó para que su padre fuera internado en un instituto especializado para su tratamiento. “Jana es una pelotuda de mierda. Así nomás te lo digo. Quiere internarlo”, expresó Luque a un allegado.
“¿Y las otras qué dicen?”, pregunta el interlocutor. El médico responde que están también de acuerdo con la internación en un hospital. “Diego los va a mandar a cagar a todos”, cierra el neurocirujano.
Tras la muerte del futbolista, Dalma y Gianinna declararon en la Justicia que lo habían notado con los párpados hinchados. Una señal que, según médicos de parte, no debería haber sido desatendida.