Se trata de Giuliano Fattori. Está acusado de “Homicidio cometido con exceso en la legítima defensa”.
A casi dos años de la muerte de Leonel Sotelo, juzgarán al policía que le disparó en Burzaco. Se trata del efectivo de la Bonarense Giuliano Armando “Tano” Fattori. Definirán de esta manera si el agente actuó en defensa propia o se trató de otro caso de gatillo fácil.
La Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°4 de Lomas de Zamora, a cargo del fiscal Leonardo Kaszewski, había solicitado meses atrás que se elevará la causa a juicio. El pedido fue finalmente avalado por el Juzgado de Garantías. Quedará en manos entonces del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1.
En medio de un confuso episodio, Fattori mató a Sotelo e hirió a Alan Deveza, acompañante del joven. El uniformado está acusado de “Homicidio cometido con exceso en la legítima defensa”. En caso de que lo encontraran culpable, podría ser condenado a prisión entre 8 y 25 años.
También se encuentra detenido Deveza por “Tentativa de robo agravado en perjuicio del uniformado”. Sin embargo, nunca se encontró el arma con que la que presuntamente habría amenazado al policía.
Ocurrió durante la noche del 1° de diciembre de 2016, cuando Fattori se cruzó con Leonel y Deveza; y vació su cargador. Fue en el cruce de Humberto Primo y De María, en Burzaco. El agente gatilló tres veces contra Leonel y lo mató. Las balas ingresaron por su espalda y pecho.
Alan corrió con más suerte. Resultó herido sólo en los glúteos. La madre de Sotelo señaló que el agente había disparado porque “sospechaba que ellos le iban a robar”.
El fiscal que intervenía en la causa en ese momento, Pablo Rossi, dictaminó que Fattoni había actuado en defensa propia y ordenó la detención de Deveza. Sin embargo, según las pericias, las únicas balas que se encontraron en el lugar fueron las de Fattori. Se trataba de una pistola marca Bersa Thunder. Jamás se halló la supuesta arma de los jóvenes.
Más tarde, Rossi fue reemplazado por Kaszewski. El nuevo fiscal decidió dar un inesperado giro en la causa. Ordenó que se elevara la causa a juicio oral y cambió el enfoque de la causa.
Tenía 19 años y era oriundo de Rafael Calzada. Era hincha de Boca Juniors y trabajaba con su padre. Gracias a eso, se había comprado la moto en la que circulaba el día de su asesinato. Había salido con su amigo Alan con destino a Burzaco.